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Licencia para matar, problemas para cambiar

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Craig va a ser 007 por lo menos una vez más después de "Spectre".

Ya no es estrictamente noticia, pero ha generado comentarios adicionales que quizás justifiquen alguna reflexión. Días atrás, el actor irlandés Pierce Brosnan, que interpretó cuatro veces al agente James Bond, sugirió que la icónica imagen tradicional del personaje podría cambiar en el futuro. ¿Por qué no un Bond "afrodescendiente", o acaso gay?

La noticia en sí misma puede formar parte de un operativo mediático para que la gente hable de Bond: al fin y al cabo, pronto llegará a las pantallas Spectre, la nueva película de 007 protagonizada por Daniel Craig. Pero es también el tipo de tema que de tanto en tanto se tira a los medios para hacer correr la adrenalina "políticamente correcta".

Lo menos disparatado puede ser el cambio de raza: no es inimaginable un Idris Elba (se lo ha mencionado específicamente) en el papel del agente con licencia para matar, aunque pueda requerir un tiempo de acostumbramiento. Al fin y al cabo, nadie se enojó porque el "último hombre sobre la Tierra" Robert Neville, en la tercera y más reciente adaptación fílmica de la novela de Richard Matheson Soy leyenda, fuera interpretado por Will Smith. Solo que allí el mecanismo de acostumbramiento funcionaba más rápido: cuando uno lo piensa dos veces se da cuenta de que Matheson nunca menciona en su libro el color de la piel de su personaje. Quizás siempre fue negro y nunca nos dimos cuenta. Tampoco es tan trabajoso poner a Smith en Yo robot: las Tres Leyes de la Robótica de Isaac Asimov no exigen que quien combata a las máquinas rebeldes sea un blanco.

La imagen tradicional de Bond es más icónica y está sumamente fijada, de modo que resulta más difícil pensar que admita transformaciones radicales. La raza no es en realidad un cambio muy grande (el racismo es muy estúpido al creer que hay verdaderas diferencias entre dos personas porque la piel de una tenga más o menos melanina que la de otra), pero la sexualidad, en este personaje en particular, parece plantear problemas más complicados.

En términos de consistencia de la franquicia, simplemente, no resulta obvio que el aficionado a la serie esté dispuesto a que 007 salga del closet, deje de ser un "playboy" heterosexual y se dedique a perseguir "chicos Bond". Si se entiende que los gais realmente necesitan un agente secreto que los represente, más vale inventar otro personaje y no cambiar a uno que ya existe.

El propio Daniel Craig parece haber variado empero su opinión al respecto con el paso del tiempo. Hace tres años había rechazado la idea: "simplemente, 007 no es gay", declaró solemnemente. Hoy parece menos dispuesto a ofender a quienes se dedican a la caza de homófobos ocultos, y ha preferido decir que "podría ser una idea interesante" introducir algún cambio en la sexualidad del personaje. De todos modos él no va a hacerlo. Ha logrado tener intervención en los libretos de los films de Bond en los que actúa, que han proporcionado algunas modificaciones en el personaje para volverlo más complejo, y en Skyfall sentó las bases de una renovación de la mitología de 007 (un nuevo M, una nueva Monney-Penny, esta última casualmente "afrodescendiente") que debería alcanzar por ahora.

La "corrección política" deberá conformarse por algún tiempo con haber logrado mitigar en films recientes el galopante machismo del personaje, y haber hecho desaparecer la homofobia explícita de las películas iniciales protagonizadas por Connery: recordar, por ejemplo, a la pérfida lesbiana de Lotte Lenya en Desde Rusia con amor, o el esfuerzo que Bond tenía que tomarse para curar de su homosexualidad a Pussy Galore, la jefa de pilotos de Goldfinger interpretada por Honor Blackman. Personajes así, todavía comunes en los sesenta, provocarían en el cine comercial de hoy algunas manifestaciones de protesta en la puerta del cine.

Igualmente los superhéroes cambian.

La corrección política es una tontería tan legítima como cualquier otra, y ya ha provocado algunos estragos en el mundo del cómic. Vaya y pase que el original Capitán América pueda ser reemplazado por un discípulo "afrodescendiente" (eso lo convierte, al fin y al cabo, en una imagen icónica de los Estados Unidos de Obama). Es ligeramente más ridículo el reciente movimiento de Marvel de convertir a Jane Foster en un álter ego de Thor, en lugar de inventar para ella, si se quería, otro personaje superheroico. No fue necesario convertir a Superman en mujer: simplemente, crearon a la Mujer Maravilla.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
Craig va a ser 007 por lo menos una vez más después de "Spectre".

Brosnan dice que Bond podría ser afrodescendiente o gay

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