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Esa mujer sola que llora una muerte colectiva

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Portman está en todo momento frente al espectador en un papel exigente. Foto: Difusión
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Stephanie Branchu

Jackie [***]Estados Unidos/Chile/Francia/Hong Kong, 2016. Título original: Jackie. Director: Pablo Larraín. Guión: Noah Oppenheim. Fotografía: Stéphane Fontaine. Música: Mica Levi. Edición: Sebastián Sepúlveda. Vestuario: Madeline Fontaine. Diseño de producción: Jean Rabasse. Con: Natalie Portman, Peter Sarsgaard, Billy Crudup, John Hurt, Greta Gerwig, John Carroll Lynch, Richard E. Grant. Duración: 95 minutos. Estreno: 23 de marzo.

Jacqueline Bouvier, una mujer interesante, estuvo casada con hombres interesantes. Primero, 10 años con John Fitzgerald Kennedy, el hijo de una familia adinerada que fue presidente de Estados Unidos y terminó asesinado en Dallas. Y después estuvo siete años casada con Aristóteles Onassis, el hombre que combinó riqueza y celebridad en la década de 1970.

Lejos de estar a sus sombras, Bouvier se convirtió en un personaje internacional. Era una mujer inteligente que, además, definió la elegancia de su tiempo.

Que el director chileno Pablo Larrain (que dirigió No sobre el plebiscito contra Pinochet, El club sobre curas pedófilos y Neruda sobre, bueno, el poeta chileno comunista y premio Nobel) se haya dedicado a su figura en Jackie parece, por lo menos, insólito.

Resulta más apropiado que Natalie Portman (que estuvo nominada al Oscar) se encargara del papel. Consigue una composición intensa que, además, tiene la obligación, desde la omnipresencia, de mantener el tono del relato. Portman está a la altura de la demanda y es expuesta repetidamente a primeros planos angustiantes.

Si no puede ver el video, haga click aquí.

La película, con un guión de Noah Oppenheim (con antecedentes limitados a franquicias para adolescentes), se concentra en los días que siguieron al magnicidio con algunos fugaces flashbacks a tiempos más felices. Ahí se incluye la reconstrucción de un programa en el que Jacqueline Kennedy le mostró a Estados Unidos su reforma de la Casa Blanca. El hilo conductor es una entrevista que la reciente viuda le da a un periodista. Eso permite conformar el carácter entre caprichoso y medido de su personaje.

El principal acierto de Larrain es conseguir transmitir el sopor de la pena de una mujer en un momento espantoso. Es un riesgo que sortea con algunas dificultades. Jackie está armada como la ensoñación de una mujer en crisis. La música de Mica Levi con su contundencia clásica consigue acentuar la profundidad del momento.

El recurso puede terminar cansando porque acá, más que por el lado de la biopic tradicional, Larrain se dedica a contar desde las sensaciones de su personaje central. Es una película arty y conviene no ir a ella por una narración clásica.

Desde lo personal e íntimo, entonces, la película muestra el momento del asesinato (la bala rompiendo el cráneo en un primer plano que es presidencialmente pornográfico), y los días que siguieron.

Ya desde título se aclara que lo que acá le preocupa a Larrain es Jackie, su personaje central. Con esa morosidad, no siempre consigue que le acompañemos el sentimiento.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
Portman está en todo momento frente al espectador en un papel exigente. Foto: Difusión

CINEFERNÁN CISNERO

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