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Un chiste que solo funciona de a ratos

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La primera referencia para esta nueva comedia de Melissa McCarthy dirigida por Paul Feig debe ser La Pantera Rosa —la de Peter Sellers/Steve Martin, no los dibujos animados—, con una agente cómicamente torpe recorriendo paisajes europeos. No está ni cerca de aquel antecedente.

No es que McCarthy no sea graciosa (en sus mejores momentos lo es, y mucho), ni que algunos chistes sean más o menos eficaces. El problema de esta comedia es que todo se ve como demasiado visto. Era un riesgo: la parodia a las películas de espías es un género tirando a agotado. Para peor algunos chistes sobre la obesidad de la protagonista ya eran viejos cuando estaban dirigidos a Jorge Porcel en la década de 1970.

Acá McCarthy interpreta a una agente de escritorio de la CIA que debe salir al campo cuando es de las pocas espías que no conocen los malvados. Es mujer y obesa, así que se supone que además es torpe, imprudente y escasamente cosmopolita. A los 45 minutos de película, todo resulta demasiado previsible.

Alguien ha definido al guionista y escritor Paul Feig como "nuestro George Cukor", porque comparte con el director clásico su amor por la comedia protagonizada por mujeres. Si alguna vez estuvo cerca del modelo (Damas en guerra), acá parece solo jugado a la gracia que le imprima McCarthy a su personaje principal. Eso también le pasaba a Cukor.

Spy: Una espía despistada.

Título original: Spy. Origen: Estados Unidos, 2015. Escrita y dirigida por Paul Feig. Con: Melissa McCarthy, Jude Law, Miranda Hart, Jason Statham, Rose Byrne. Estreno: 3 de junio de 2015.

Crítica | Cine

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