Ayer viernes 15 por la noche, la platea mayor del Solís llena hasta arriba, aplaudió de pie al actor argentino Julio Chávez, quien luego de una larguísima ausencia ante el público uruguayo se presentó para dar el espectáculo Red, junto al joven actor Gerardo Otero.

 El actor, un galán de amplio espectro, tiene fanáticos y seguidores cosechados a través de un abanico de trabajos artísticos en cine, teatro y televisión, que van desde productos más mediáticos (como la serie Farsantes) hasta películas que marcaron época (como Un oso rojo). La amplia adhesión que el actor despierta también de este lado del río se vio reflejada anoche, en un público que siguió atento el espectáculo, cuya hora y media corrió a buen ritmo.

Por un lado es cierto que Chávez parecía tener al público ganado de antemano, afirmación que no impide lógicamente valorar el gran desempeño del actor en escena, y todo lo que le dio a su personaje, nada menos que el pintor estadounidense Mark Rothko, que a través de este texto de John Logan es presentado en sus años finales, cuando nuevas estéticas parecían ir dejando atrás su momento de oro. El actor brindó una interpretación compacta, si fisuras, de alta exigencia física, mental y emocional, hecho que redundó en varios aplausos al final de las distintas escenas que van jalonando la obra, que puso en el tapete temas de estética, de filosofía y de arte, y también de asuntos más vinculados a la vida diaria de una persona, a su negociación personal con las reglas del mundo.

Una escenografía grande, impactante por sus tonos y colores, perfecta para ambientar esta obra sobre un pintor y su pintura, gratificó visualmente al espectador, que vio transcurrir un drama sin mayores reveses, sencillo en los líneas generales, aunque de cierta profundidad en sus aspectos emocionales. Sobre el final de la función, que llegó sin tedios ni rodeos, los más fanáticos dejaron aflorar no solamente su admiración por el modo en que el actor encarnó a este Rothko de ficción, sino seguramente por muchos de sus trabajos anteriores, y quizá también por su carácter de galán a contrapelo, inusual, distinto, pero muy seductor.

Todavía quedan dos funciones, el sábado 16 de mayo a las 20.30 horas y el domingo 17 a las 18 horas, y las entradas que aún quedan se venden en Red UTS y en la boletería del Solís, y valen $ 1400, $ 1250, $ 1050, $ 900 y $ 750.

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