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Síntesis dialéctica de un gran poeta

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Jorge Arbeleche

Libro multidimensional de este poeta mayor, por talento y por edad.

Debe festejarse que a Jorge Arbeleche (Montevideo, 1943), poeta mayor por talento y edad, se le publique su obra reunida pero no póstuma, cuando todavía el público puede esperar de él varios buenos libros. El volumen se titula Mito, Poesía Reunida.

A quienes hayan leído la mayoría, o por lo menos varios de los dieciocho libros que Mito, Poesía Reunida ofrece, podrán cotejar -parafraseando a Circe Maia- los cambios y las permanencias en la obra del poeta, y apreciar su coherencia polifónica, que siempre se enriquece y desarrolla, sorprendiendo en cada nuevo libro.

El lector hallará una síntesis dialéctica entre los opuestos que detecta la mirada superficial. Mientras que en sus primeros dos libros, Sangre de la luz (1968) y Los instantes (1970), inaugura una poesía de lo cotidiano rica en imágenes sensoriales que sostendrá a lo largo de sucesivos libros, en Parecido a la noche (2013) revisita los héroes y sucesos de la Ilíada, en un registro erudito ya despuntado antes, que también permite ser leído y apreciado sin ser especialista en literatura clásica.

Pero ya desde el inicio la captación de lo sensorial dispara la hondura reflexiva. Por eso es que en “Voz vegetal”, poema que abre su primer libro, escribe que “hay olor a verdad/ en los caminos” o en “Cuerpo presente” de Las vísperas (1974) halla a Dios en el cuerpo del ser amado. Este ahondar, entre intuitivo y razonante, desde lo sensual, no da en ninguna síntesis sabihonda. En diálogo con quien no entiende el mundo, escribe que él tampoco y que “Tal vez el mundo no esté/ para entenderlo y sí para tocarlo…”. (“Frentes”, de su libro El guerrero, de 2005)

En lo amatorio trata con el justo pudor la gloria erótica y la pena del final. De raíces cristianas, es capaz de afirmar, reivindicando el cuerpo, que cree en el Padre, en Jesús y también en el hombre todopoderoso (“Credo”, en Las vísperas). Y en Ejercicio de amar (1991) canta la gloria del amor maduro, también hecho de luz, pero más sabio (“otro es el resplandor/ no ciega”).

Hay también en Arbeleche una valiente dimensión política, en el sentido más humano y menos partidario del término. Debe leerse con atención los de esta índole en Las vísperas, publicado a inicios de la dictadura, en especial “San Mateo V, 10”, en que se solidariza con los perseguidos por la injusticia.

El lector encontrará poemas memorables: “A Federico”, “Con Martha en Florencia”, “Ágape”, “Alfa y Omega” y muchos más. Pero también pequeñas maravillas, versos e imágenes que valen por sí mismos, incluso puestos en poemas y libros de sostenida excelencia. Vaya un ejemplo: “La luz entera/ se levanta erguida/ y hasta la sombra/ de la mosca alumbra.” (Voz vegetal). 

En lo formal Arbeleche maneja con pareja precisión el verso libre, el soneto clásico y la prosa poética. En “La canción de los duendes” (2011), cultiva un ritmo cantarín y juguetón, propio de las viejas fábulas en verso, a tono con la ternura que transita los textos.

Hay, como en toda obra junta, que no es lo mismo que una antología, textos que no deslumbran por sí mismo, pero son funcionales al fluir de los climas y temas del libro que los incluye. Hay, como en toda obra junta no expurgada, textos que bajan de la media del autor –que es alta. Pero no son demasiados.

El diseño es sobrio y elegante, pero hay muchas erratas, algunas de las cuales dificultan algo seguir el texto.

MITO: POESÍA REUNIDA (1968-2013), de Jorge Arbeleche. Vitruvio, 2014. Madrid, 568 págs.

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