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Rock, sacrificio y leyenda

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Mariana Enríquez
Nora Lezano

La autora argentina sale de su registro habitual, consigue entretener y filtrar los matices tenebrosos del mundo de las fans rockeras.

A mayor distancia del género del terror, que le dio proyección literaria, la escritora argentina Mariana Enriquez (1973) ha encontrado en el mundo del rock escenarios especialmente porosos a la dimensión de los mitos arcaicos. Su última novela, Éste es el mar, juega con el cruce de sus arquetipos alrededor del líder de una banda condenado al sacrificio para convertirse en leyenda.

El plan de la novela revela la percepción de que la progresión del rock hacia la cultura del espectáculo tiene menos fundamento en la calidad de la música que en la invitación a vivir un ritual místico, especialmente dotado de sugestión tecnológica, con muchos atributos de la antigua fiesta tribal. Convertidos en héroes, muchos músicos se vuelven legendarios cuando tienen una muerte temprana, y es precisamente este tópico de la cultura de masas el que le permite a Enriquez imaginar la intervención de ninfas con poderes sobrenaturales, destinadas a acompañar el tránsito del héroe a la leyenda, provocándole la muerte en el mejor momento de su carrera.

Helena es una de estas deidades que circulan en el enjambre de fans que alientan a las bandas de rock. Ha sido premiada con la posibilidad de ascender al estatuto de las "Luminosas", cada una responsable de haber guiado a un líder a su coronación. Una acompañó a John Lennon, otra a Jim Morrison, otra a Kurt Cobain, a Jimi Hendrix. Su Olimpo es una casa frente al mar, habitada solo por mujeres, bajo la potestad de Hécate, y desde que le adjudican a James Evans, el líder de una banda llamada Fallen, Helena se convierte en su asistente personal y no deja de intervenir en la planificación de su muerte en el momento preciso.

James Evans es un músico de la ciudad de Los Ángeles gentil, muy popular pero poco brillante, ha tenido una infancia marginal y difícil, y Helena lo acompaña durante una maratónica gira internacional cumpliendo el papel de súper manager, porque no necesita dormir ni comer —las luminosas se alimentan de la fama de sus protegidos, que también son sus víctimas—, y no duda en provocarle progresivos ataques de asma. El resto de la trama se desarrolla por los tópicos del thriller romántico (chica victimaria se enamora de su víctima), con las pulsiones siniestras que alientan en los cuentos de Mariana Enriquez y le han dado notoriedad entre las nuevas escritoras argentinas.

Como ha manifestado la autora, se trata de un entretenimiento: "fue un intento de salir de mi registro, para no aburrirme, para entretenerme, para contar otra historia"; "un descanso mental… del registro de los cuentos, que está muy marcado y que no es mi universo entero como escritora".

Hay un cuento incluido en Los peligros de fumar en la cama titulado "Carne", que oficia de antecedente al plan de esta novela y gira en torno a la voracidad de las fans de los grupos de rock. Y es que además de licenciarse en Periodismo, ser docente en la Universidad de La Plata y subeditora del suplemento Radar del diario Página 12, durante su adolescencia Mariana Enriquez fue una seguidora de la música punk y conoce de primera mano el mundo vertiginoso de las jóvenes fanáticas, ahora retratado como un enjambre hormonal de adrenalina y desesperación. La novela avanza con buen ritmo, consigue entretener y colar los matices tenebrosos de una fantasía que encuentra sus límites en el dibujo de los estereotipos del rock, sobreimpresos a los mitos paganos.

Por su último libro de cuentos Las cosas que perdimos en el fuego, Enriquez obtuvo el Premio Ciutat de Barcelona 2017 en la categoría de lengua castellana.

ÉSTE ES EL MAR, de Mariana Enriquez. Mondadori, 2017. Buenos Aires, 125 págs. Distribuye Penguin Random House.

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