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Prosista exquisito

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Antonio Larreta. Fotografía: Fernando Pena
FERNANDO PENA

Además del cine, legó una obra escrita que no deben caer en el olvido.

El 19 de agosto próximo pasado falleció uno de nuestros más grandes actores y directores. Pero a las jóvenes generaciones —y a las venideras— les quedan para constancia apenas tres películas: La memoria de Blas Quadra (dir. Luis Nieto, 2000) en calidad de protagonista, La ventana (dir. Carlos Sorín, 2008) como protagonista, y Nunca estuve en Viena (1989)como director.

Pero "Taco" Larreta —en la partida de nacimiento, Gualberto José Antonio Rodríguez Larreta Ferreira— también escribía. Fue un excelente crítico de cine y teatro, periodista, traductor (destaca su traducción de La mandrágora de Maquiavelo), dramaturgo, guionista de cine y TV —tuvo a sus cargo la mayoría de los capítulos de la popular serie española Curro Jiménez entre 1976 y 1979— y narrador. Esta última faceta, desplegada en cuatro novelas, dos cuentos, un tomo de memorias y una investigación periodística, es la que podrá apreciarse de modo cabal a futuro y de modo directo pues no requiere, como la dramaturgia, de la intermediación de director y elenco.

MÚLTIPLE Y ÚNICO.

Larreta ha sido comparado por su múltiple y exitoso desempeño con los intelectuales del Renacimiento (ver Guillermo Zapiola en El País, 20/8/2015). Es interesante leer también el artículo de Joselo Olascuaga en La onda digital rescatando a un Larreta octogenario, bastante sordo, pero con una imbatible capacidad de trabajo desplegada con parejo rigor en varios frentes simultáneos.

A la narrativa llegó tarde y por todo lo alto: en 1980, a los cincuenta y ocho años, exiliado en España desde 1972, ganó el Premio Planeta con la novela Volavérunt, ambientada en la España de principios del Siglo XIX, pocos años antes de la invasión napoleónica. Con gran olfato, en plena transición tras morir Franco, Larreta inventa unas memorias de Manuel Godoy, Príncipe de La Paz y Primer Ministro de Carlos IV que, caído en desgracia y exiliado, escribe sobre la súbita muerte en 1802 de la Duquesa de Alba, amante por un tiempo del pintor Francisco Goya y su modelo en varios cuadros incluidas las "majas" desnuda y vestida. La novela trata sobre las miserias del poder que dieron al traste con los tímidos avances de la Ilustración en la España de los primeros borbones.

Larreta había estudiado el período para la serie Curro Jiménez. En su investigación fue profundizando sobre Goya acerca de quien trabajó en un proyecto televisivo. La novela toma el título de uno de los "caprichos" del pintor. El Goya anciano y sordo, exiliado en Burdeos, es uno de los puntos fuertes del libro. Son eficaces la imitación de la prosa de época y el contrapunto entre el texto atribuido a Godoy y las notas de edición. Todos los personajes son creíbles, incluso la abominable versión del Príncipe de Asturias, el futuro Fernando VII. El manejo de lo erótico es franco pero medido. El mayor acierto es el juego de perspectivas sobre la muerte de la Duquesa, que se resuelve de un modo imprevisible.

En 2002 publicó El jardín de invierno, memorias de infancia a las que se dedicará un párrafo aparte, y volvió a la novela con El guante. En realidad a la novela y a la pintura —que es uno de los varios temas recurrentes de su narrativa— pues el libro se mete con Juan Manuel Blanes, su relación con Carlota Ferreira (a la que retrató vestida y usó como modelo para su desnudo Mundo, demonio y carne, 1886, en paralelo a las "majas" de Goya) y la desaparición en Europa de Nicanor, el hijo menor de Blanes, que tuvo un breve matrimonio con la Ferreira. Es una novela de fuerte erotismo, que explora las relaciones entre el sexo y el amor con sus frecuentes desencuentros, así como también el crecimiento a la sombra de un padre genial.

Ningún Max, de 2004, es un relato vertiginoso, atrapante. Narra una broma cruel entre jugadores de bridge, varios de ellos ricos, consistente en negar la identidad de uno de ellos —el Max del título— despojándolo incluso de sus llaves, tarjetas de crédito y documentos, para humillarlo. Max es un nuevo rico soberbio y frívolo que merece la humillación, pero nadie en el grupo tiene autoridad moral para infligir tal castigo, porque ninguno es mejor que él. Larreta muestra bien la frivolidad vacía que suele comprar el dinero.

Siguieron en 2005 dos cuentos perfectos, "El sombrero chino" y "El regalo de Violet", ambos acerca de Virginia Woolf. En el primero Larreta aborda con lucidez y delicadeza temas difíciles como la locura y el suicidio. En el prólogo el autor da una clave de su extraño y tardío florecimiento narrativo: "A los diecisiete años yo era un lector esnob. A los ochenta y pico soy un lector virgen".

La culminación es la novela Hola, che, de 2007. Otra vez la pintura es central en la trama pues Abel, uruguayo exiliado en el Madrid de los 70, es un marchand que lleva y trae cuadros en negocios no muy limpios. Es un personaje extraño que vive con frialdad el tener en Uruguay a una hija presa política. Su sensibilidad estética no se corresponde con ningún compromiso afectivo. Tras verse involucrado de cerca en el asesinato, por razones políticas, de un joven uruguayo, y casi enamorarse de una muchacha de la edad de su hija, vuelve a su rutina de aeropuertos, galerías y cuadros. Ya no puede cambiar.

LAS CLAVES.

Quien lea El jardín de invierno hallará al prosista exquisito de los mejores pasajes de Volavérunt, y que luego florecería en los cuentos sobre Virginia Woolf de 2005.

El jardín... se lee de un tirón. Es chispeante cuando rememora hechos jocosos y personajes simpáticos, pero da la nota justa y pudorosa de tristeza al evocar dolores, como la muerte de su madre. Es interesantísimo el modo en que Larreta se asume aristócrata, más allá de la ruina económica de su familia. Señalando que la uruguaya es una aristocracia provinciana y apócrifa, sin títulos de nobleza ni verdadero abolengo. Pero lo más importante de estas memorias son las claves que aportan para captar la unidad profunda de su narrativa, bajo la diversidad de temas y épocas enfocados.

Cabe señalar algunas frases confusas en seis libros, que se le perdonan a cualquiera. Y dos defectos que, pese a la alta calidad del conjunto, se notan. Larreta tiende a citar de memoria, por lo que se le deslizan errores como por ejemplo mencionar, en El jardín de invierno y refiriendo a una estadía en París, una visita al "Jeu de Pomme" (manzana), por "Jeu de Paume" (palma o paleta), célebre museo parisino. Ya en El guante había escrito sobre telegrafistas en transatlánticos del siglo XIX, cuando aún no existía la telegrafía sin hilos.

Una última recomendación: la investigación periodística A todo trapo sobre la vida y muerte de Villanueva Saravia (1964-1998), el controversial Intendente de Cerro Largo. Rigurosa, apasionada y muy bien escrita, vale la pena leerla.

Quiera la vida que los albaceas, ordenando papeles y revisando archivos, puedan añadir algo a esta valiosa obra de narrador y memorialista.

Libros

VOLAVÉRUNT. Planeta, 1980. Barcelona, 272 págs.

A TODO TRAPO. Ediciones de la Plaza, 1999. Montevideo, 203 págs.

EL GUANTE. Planeta, 2002. Buenos Aires, 240 págs.

EL JARDÍN DE INVIERNO. Ediciones de la Plaza, 2002. Montevideo, 80 págs. de texto + 20 de fotos.

NINGÚN MAX. Planeta, 2004. Buenos Aires, 192 págs.

EL SOMBRERO CHINO. Fin de Siglo, 2005. Montevideo, 160 págs. (incluye dos cuentos y una obra en dos actos, las tres piezas referidas a la escritora Virginia Woolf)

HOLA, CHE. Fin de Siglo, 2007. Montevideo, 272 págs.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
Antonio Larreta. Fotografía: Fernando Pena

Antonio “Taco” Larreta (1922-2015)Juan de Marsilio

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