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El pensador cansado

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H.M. Enzensberger

Siempre supo desacomodar a aquellos que tienen todo demasiado claro. Esta vez, sin embargo, no se entiende para qué publicó el libro.

Este pequeño libro pretende ser un compendio de las conversaciones entre el señor Z. y los paseantes que se detienen a charlar con él en un parque. Z., un individuo rollizo que viste un traje anticuado y un bombín marrón, defiende "el arte de callar en público" pero hilvana aforismos sobre casi todo: internet, el infinito, la poesía, los diseñadores, la economía mundial, los paraguas, la adolescencia, la monogamia, los agujeros, la crítica de arte y un larguísimo etcétera. Se considera un pensador aficionado, le gustan las pequeñeces ("un grano de arena puede desencadenar un alud") y no cree en los sistemas totalizadores.

Z. es un alter ego de Hans Magnus Enzensberger (Alemania, 1929), un prolífico y multipremiado hombre de letras que en su larga vida ha incursionado en todos los géneros y es considerado por muchos como uno de los intelectuales más importantes de Europa. Al igual que Z., Enzensberger se define como un aficionado y pocas veces se niega a dar una opinión. Vivió su niñez y adolescencia en una Alemania primero exaltada por el nazismo y luego devastada por la guerra. Finalizada ésta, y desde el campo de la cultura, ha intentado contribuir a la construcción de una Alemania abierta, lúcida, europeísta y democrática. Su carácter y la experiencia propia y ajena le hicieron rechazar los modelos sociales completos y los sistemas ideológicos cerrados, cuyos funestos resultados prácticos le parecen tan evidentes que en una época no podía creer que alguien pensante pudiera tomárselos en serio. Su principal compromiso, aunque no el único, ha sido desacomodar a los que tienen todo demasiado claro sin por ello despreciar a aquellos que, por imperio de sus circunstancias, no tienen donde elegir, como Buenaventura Durruti, una de las figuras importantes del anarquismo español, sobre quien escribió un muy buen libro construido en base a testimonios de contemporáneos y comentarios propios (El corto verano de la anarquía). Quizá debido a que las personas que tienen todo claro suelen caracterizarse por ser muy serios, Enzensberger ha optado por plantear sus ideas en forma liviana, sencilla y casi juguetona (su libro más vendido, El diablo de los números, es un texto de matemáticas para niños).

A los aforismos que constituyen el cuerpo de Reflexiones…, Enzensberger les añadió un escenario (el parque) y personajes secundarios cuya función es interpelar o criticar a Z. y dar vivacidad al relato. El recurso no funciona. Los personajes secundarios se describen como "un hombre enjuto, que probablemente pertenecía a un cuerpo docente" o "una mujer joven con botas de montar y algo impertinente". Nunca se pasa de allí, de modo que ninguno resulta literariamente real y, en consecuencia, tampoco un interlocutor creíble. El mismo Z. podría ser flaco y usar boina y daría lo mismo. En cuanto a los aforismos, siempre quedan a medio camino, cuando no son inanidades: "Por lo menos, en la política y la economía la chapuza sí sigue siendo el non plus ultra. Los gobiernos invierten todo su tiempo en apedazar agujeros. Se emplean presupuestos millonarios, cuando no billonarios, para detener las carreras que van surgiendo; comprar unas medias nuevas, por lo visto, resulta impensable". O: "No existe nada que sea incomparable. El que pretende ponerlo en duda termina enredado en una contradicción lógica. Para decretar una prohibición sobre la comparación, primero habría que distinguir entre lo comparable y lo incomparable, con lo que uno caería en la trampa de aquello que pretendía prohibir".

Tosco e incoloro, Reflexiones… da una idea falsa de las ideas de Enzensberger, que suelen ser mucho más estimulantes. De hecho, la principal pregunta que surge al final del libro es en qué estaba pensando el autor cuando decidió publicarlo.

REFLEXIONES DEL SEÑOR Z., de H. M. Enzensberger. Anagrama, 2015. Barcelona, 151 págs. Distribuye Gussi.

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