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Lo mejor de lo peor

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Archivo El País

Oscar Brando busca llegar a lo mejor del autor uruguayo evitando sus cuentos más conocidos.

ARREGUI (1917-1985) es, sin discusión, uno de los mejores cuentistas uruguayos. Como prueba de ello el Prof. Oscar Brando enumera en el prólogo tres antologías publicadas entre 1996 y 2013.

Pero este libro no llueve sobre mojado. Los diez cuentos que Brando elige, sobre una lista inicial elaborada por la Prof. Vanina Arregui, hija del narrador, no obtendrían el consenso de los conocedores para integrar una antología, salvo en el caso de "Diego Alonso", que abre el volumen. Y uno de ellos, "Los amigos", ha sido juzgado entre los peores del autor. El objetivo —logrado— es armar un libro donde "leer lo mejor de Arregui sin leer los mejores cuentos de Arregui".

En textos como "Diego Alonso", "El diablo no duerme" o "La escoba de la bruja" Arregui hace un manejo sabio de la violencia, originada en el coraje pero también en el miedo, con un balance preciso entre la acción de los personajes y las reflexiones del narrador. Sabe narrar sin mimetizarse con el vocabulario de sus personajes. Hombre de campo —residió y trabajó lo más de su vida en el establecimiento rural de su familia, en Flores— frecuentó también el ambiente literario de la Montevideo del 45 y tuvo lecturas amplias y profundas. No necesitó saturar de criollismos su discurso y supo construir una voz personal, aunque en su estilo puedan reconocerse influencias como la de Borges. Esta identidad profunda con la tierra, sus costumbres y tradiciones, no diluida sino profundizada por otros saberes, se refleja en "Criolledá". Este cuento es también una lección magistral sobre cómo usar los lugares comunes —populares o culturosos— para burlarse de ellos, y revela mucho acerca de la toma de posición del Arregui hombre y escritor sobre asuntos como la lucha de clases y las opciones partidarias.

Hay toques de humor en todos los textos, incluso en los más tensos, aunque en otros casos da el tono del relato. Es un acierto el sobrio y preciso cruce de humor y ternura que remata el cuento "Unos versos que no dijo". En cambio, "En crónica policial", la ternura se imbrica con la violencia, que brota, sin embargo, en un personaje bondadoso. "El caballo piadoso" logra un momento de humor descacharrante, sobre un supersticioso y desesperado intento de sobornar a Dios.

Acierta Brando al incluir al cierre del volumen los cuentos "Quince años después un sueño robado" y "Las abejas", que tocan un tema medular en Arregui, hombre y escritor, como lo es la devoción por los amigos muertos. El primero de los textos refiere de modo específico a un deseo de Líber Falco que se cumple en vida del amigo que lo sobrevive. "Las abejas", en cambio, aborda el tema de un modo más genérico, y presenta la memoria de lo muertos queridos como un constante zumbido de fondo en la vida de los que aún no morimos.

El lector de este volumen debe atender el costado poético de los textos. Son poesía en su tono algunas descripciones y reflexiones del narrador. Pasajes hay en que la prosa suena con música de verso. Un ejemplo entre muchos: "Echo a cruzar en diagonal la plaza. El viejo petizo que tal plaza cuida se llama don Pedro." ("Quince años después un sueño robado").

Ilustra la cubierta del libro una pintura de Martín Arregui, hijo del autor. La omisión, en el índice, del cuento "Unos versos que no dijo…" es el único error a lamentar.

DIEGO ALONSO Y OTROS CUENTOS, de Mario Arregui. Banda Oriental, 2015. Montevideo, 136 págs.

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Archivo El País

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