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Difícil juventud

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Heinrich Böll
Marcel Antonisse / Anefo

MEMORIAS DE HEINRICH BÖLL

El gran escritor alemán conjura su pasado, nazis incluidos.

"Mi aversión a los nazis, invencible (y hasta ahora invencida), no era una oposición, ellos se oponían a mí, me eran odiosos a todos los niveles de mi existencia: consciente e instintivamente, estética y políticamente; hasta ahora no he podido descubrir en los nazis ni en su época una dimensión interesante, mucho menos estética, y me estremezco al ver ciertas escenas de película y de teatro.En las Juventudes Hitlerianas simplemente no podía entrar y no entré. Así fue." Imposible leer estas palabras de Heinrich Böll sobre sus quince años sin el eco de las de Günter Grass al asumir su integración a las Waffen-SS cuando tenía diecisiete: "Fui seducido por Hitler; creer en él no cansaba, era facilísimo".

Ambos integraron el Grupo 47 que alentó la renovación literaria en la posguerra, obtuvieron el Premio Nobel de Literatura, Böll en 1972, Grass en 1999, y consumaron obras de fuerte compromiso crítico y social sobre los orígenes y consecuencias del nazismo, un tema que atravesó a su generación y documentó el oscuro tejido de las conductas del individuo frente al influjo de los movimientos de masas.

En este breve libro de memorias, Böll evoca los años de su juventud y su paso por el ciclo de enseñanza secundaria durante el ascenso del nazismo, desde enero de 1933, cuando Hitler fue nombrado Canciller, hasta febrero de 1937, cuando Böll obtuvo su título de Bachiller y comenzó a trabajar en la tienda de un librero. Pertenecía a una familia católica de recursos limitados porque el padre era carpintero y a duras penas lograba sostener a su mujer y a sus hijos en la ciudad de Colonia, entonces cada vez más impregnada por el fuerte espíritu nacionalista que alentaba el partido nazi. Con una prosa ceñida, el tono distante y cargado de ironías, Böll narra su decidido rechazo a los desfiles de las juventudes hitleristas, la quema de libros, el avance del miedo sobre los profesores, alumnos y amigos que no se sumaban al nuevo fervor. Si su frágil salud lo liberó de los ejercicios deportivos y las excursiones colectivas, encontró en la bicicleta un recurso de liberación para alejarse de los escenarios más perturbadores en exploraciones y paseos cada vez más prolongados. Pero llegó el día en que su familia se vio obligada a colgar una bandera nazi en el balcón, pese a que todos eran disidentes, incluso a discutir cuál de los hijos iba a integrarse a una organización nazi, requisito indispensable para que el padre pudiese recibir encargos de trabajo de parte de la Administración. Lo hizo su hermano Alois, integrándose a las SA, y se los reprochó a los demás de por vida.

Heinrich Böll dibuja episodios cotidianos con un lápiz de punta fina, sin énfasis ni sentimentalismos. Acaso un pudor excesivo le ha impuesto un aliento demasiado breve y por momentos críptico. Recorre esos años fuera y dentro del colegio como si la memoria todavía fuese penitente de una juventud sin culpa, pero obligada a conocer tan escasas alegrías que identifica las risas con la desesperación, "como las que se ven en ciertos cuadros de la Edad Media, en los que la risa de los redimidos se parece a la expresión del rostro de los condenados". Son muchas las referencias de lugares y nombres que han quedado irreversiblemente lejos del lector contemporáneo y Böll no cubre distancias ensayísticas. Ha dejado un testimonio personal de su difícil juventud antes de ser reclutado y como tantos otros, enviado a los frentes de guerra.

PERO ¿QUÉ SERÁ DE ESTE MUCHACHO?, de Heinrich Böll. Galaxia Gutenberg, 2013 (recién distribuido). Barcelona, 99 págs. Distribuye Océano.

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