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Consejos para jóvenes

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Kurt Vonnegut

El escritor norteamericano parece fuente inagotable de textos, novelas, ficciones. Aquí, sin embargo, aparece de forma sorpresiva una colección de discursos dados a estudiantes universitarios en el día de su graduación.

“Hay humor desde el propio título”. Así debía empezar esta reseña, pues el título es Que levante mi mano quien crea en la telequinesis... y otros mandamientos para corromper a la juventud. Hasta que explorando los últimos rincones del volumen -indicio de que la lectura fue buena- se descubre que el título original era “If this isn’t nice, what is? Advice to the young”. Algo así como “¿No me vas a decir que esto no es lindo, eh? Consejos para los jóvenes”.

Esta es una obra publicada en forma póstuma. No la ideó Kurt Vonnegut, sino que es una selección de textos suyos –charlas a universitarios en su ceremonia de graduación- a cargo de su amigo Dan Wakefield. Pero honestamente, a un tipo como él no le habría gustado que alguien ajeno a la creación se atribuyera el derecho de rebautizarla. ¿Cómo, y sobre todo por qué, “consejos para los jóvenes” se transforma en “mandamientos para corromper a la juventud”? Misterios de la traducción.

Y es que, precisamente, de eso se trata: consejos. El libro, ordenado en pequeños capítulos de un discurso cada uno (encabezados por el título, lugar y fecha en que los dio, más un breve resumen de lo que dijo), es una larga serie de consejos a jóvenes que ingresan a la vida adulta.

“Lo más maravilloso y lo más valioso que podéis extraer de una educación universitaria es esto: el recuerdo de una persona en concreto que realmente sabía enseñar y cuyas lecciones hicieron de la vida y de vosotros mismos algo más interesante y cargado de posibilidades de lo que previamente habíais creído posible. Se lo pregunto a todos los presentes, incluidos los que estamos aquí en el estrado: ¿Cuántos de nosotros, cuántos de vosotros, habéis disfrutado de un maestro semejante? La guardería también cuenta. Levantad la mano, por favor. ¡Vamos! Es útil recordar el nombre de ese gran profesor”.

Estos discursos, pronunciados entre 1978 y 2004, denotan a alguien con mirada propia, preocupado por exponer sus ideas en forma original, fuera de los lugares comunes.Sus consejos -por momentos brillantes, a veces no tanto- son siempre bienintencionados y presentados con humor, buscando sorprender y mantener la atención del público.

Vonnegut (Indianápolis, 1922 - Nueva York, 2007) era a todas luces un cascarrabias. Pero del tipo lúcido, irónico, irreverente, y al mismo tiempo risueño y entrañable. Así se concluye de estos textos, y así lo muestran la mayoría de sus fotos si uno hace una búsqueda al azar en internet. Como afirma el propio Wakefield en la introducción, “fue uno de los narradores más sinceros de nuestra época. Por eso no encontrarán falsedad en sus consejos”. Era “el primero en advertir que el emperador iba desnudo”. Vaya si nos hacen falta miradas como la suya en estos tiempos enfermos de corrección política.

El País Cultural publicó (contratapa del número 1281, mayo de 2015) uno de sus textos, “Contrato”, una hilarante serie de compromisos firmados con su esposa, básicamente su promesa de encargarse de las tareas de la casa mientras ella estuviera embarazada.

Escritor de culto, autor de obras como Matadero cinco y Desayuno de campeones, de joven peleó en la Segunda Guerra Mundial y en 1945 era prisionero de los alemanes en la ciudad de Dresde cuando un bombardeo aliado la arrasó. Ver in situ el resultado, con decenas de miles de civiles muertos –los nazis lo pusieron a apilar cuerpos en enormes montañas– lo marcó para siempre, como persona y como escritor.

Los discursos o capítulos de este libro de Malpaso Ediciones –muy bien diseñado, precioso como objeto en sí mismo– están separados por dibujos del propio Vonnegut, trazos simples que tienen el mismo humor que su prosa y ayudan a entender cómo veía el mundo.

Una advertencia. Estos “consejos” son para consumir en pequeñas dosis. Un discurso por día. Como los bombones, o los chistes de parodistas, pueden empalagar si el lector se excede, pues terminará captando las reiteraciones, los recursos, los piolines de la marioneta que tan bien manejaba Vonnegut.

QUE LEVANTE MI MANO QUIEN CREA EN LA TELEQUINESIS... Y OTROS MANDAMIENTOS PARA CORROMPER A LA JUVENTUD, de Kurt Vonnegut. Malpaso, 2014. Buenos Aires, 119 págs. Distribuye Océano.

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