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Cuando un hombre hace historia

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HERNÁN BONILLA | COLUMNISTA INVITADO

Economía & mercado

Hace unas semanas la Academia Nacional de Economía le realizó un merecido homenaje al Dr. Ramón Díaz por su aporte a "la ciencia económica y a la comprensión de la historia de Uruguay", como rezaba la placa que se le entregó. Es una buena oportunidad entonces para compartir con los lectores de Economía & Mercado las razones por las que pienso que Ramón Díaz es uno de los intelectuales más influyentes del siglo XX uruguayo.

EL LIBERALISMO. Desde fines del siglo XIX, cuando cayeron las mal llamadas cámaras "bizantinas" el liberalismo político y el económico entraron en continuo retroceso. El Uruguay que supo tener actuando en el mundo de las ideas, la prensa y la política a Francisco Lavandeira, Pedro Bustamante, Tomás Villalba, Agustín de Vedia, Juan José de Herrera, Carlos de Castro, entre otros, entró a fines del siglo XIX en un proceso ininterrumpido de deterioro cultural. Aún está por estudiarse cómo fue posible que el liberalismo, que fue la primera y casi única expresión intelectual del país hasta 1875, casi desapareciera a partir de esa fecha. Pero lo cierto es que es difícil encontrar expresiones intelectuales de defensores de la Libertad a partir de comienzos del siglo XX. En la primera mitad se encuentra la solitaria obra de Julio Martínez Lamas, "Riqueza y Pobreza en el Uruguay", de 1930, que es, pese a su estilo elíptico, el mejor estudio de la realidad nacional en los treinta años anteriores o posteriores. Tendrían que pasar unos cuantos años más para que el batllismo fuera desafiado nuevamente.

Este panorama lo describimos para ubicar la situación intelectual con que se encontró Ramón Díaz hacia mediados de siglo. Allí predominaba la generación del 45 y comienza a desarrollarse una profusa y desviada interpretación de la historia económica que bien podemos sintetizar asociándola a la obra de Barrán y Nahum. El descontento de Ramón con esas interpretaciones lo llevó a buscar alternativas. Profundiza en el estudio del derecho para luego dedicarse con igual energía a la filosofía, la historia y, fundamentalmente, la economía. Son claves en esa etapa de su vida los contactos internacionales y fundamentalmente en la década del sesenta los comienzos de su vinculación con la Sociedad Mont Pelerin, la principal organización que nuclea a los liberales del mundo, de la que llegaría a ser Presidente en 1998 (el único Presidente sudamericano desde que fuera creada en 1947 por Friedrich Hayek).

A partir de allí Ramón comienza a dedicar buena parte de su inagotable energía a la causa por la que su nombre quedará en la historia, la de influir en la opinión pública, en la dirección correcta. A través de sus clases, de sus artículos, de su Semanario Búsqueda, de sus entrevistas, comienza a difundir en una campaña que no tiene antecedentes en el país las ideas de la Libertad. Antes de Ramón, las personas que se autodenominaban liberales en tanto seguidores de las ideas de David Hume, Adam Smith, Friedrich Hayek, Ludwig von Mises o Milton Friedman se contaban con los dedos de una mano. Luego de Ramón, empezaron a multiplicarse y aún quienes siguieron aferrándose a las otras visiones que dominaban nuestro panorama intelectual empezaron a enterarse de qué se trataba el liberalismo.

SU INFLUENCIA POLÍTICA. La segunda razón para destacar su figura es la influencia que tuvo en la adopción de políticas públicas. No necesitamos aclarar que hemos avanzado poco, lento y mal. Pero hemos avanzado. Comparado con lo que fuimos a mediados de siglo nuestro país es más abierto, la burocracia es menos pesada y existen menos monopolios y empresas estatales. Todos temas a los cuales Ramón dedicó trabajos académicos y esfuerzo argumental a lo largo de los años. Su "País pequeño debe ser país abierto" resume todos los argumentos por los que el Uruguay debía abrirse al mundo. Su libro "Los monopolios legales" fue la crítica más severa que recibieron los monopolios del Estado. Todas estas obras de la década del ochenta precedieron a la de los noventa donde la libertad avanzó, aunque claro, a la uruguaya. Pero más aún, si algunas políticas en el sentido de quitarle poder a los políticos y burócratas para devolvérselo al ciudadano fueron posibles, es porque durante décadas y sin desmayo Ramón había contribuido más que nadie a generar un clima de opinión favorable a esas políticas.

Hoy el ambiente para las reformas liberales aparentemente vuelve a cerrarse en nuestro país y en el mundo al galope de una crisis financiera mal comprendida. Más que nunca entonces vamos a necesitar de sus ideas para soportar el vendaval sin retroceder y volver a avanzar cuando amaine.

BARRÁN Y NAHUM. Dejé para el final el aporte fundamental de Ramón Díaz al Uruguay. Su interpretación de la historia nacional, perfectamente coherente con el resto de su obra y pensamiento, es su aporte intelectual destinado a tener más éxito y mayor influencia en la batalla de las ideas vernácula. Antes de que Ramón escribiera su "Historia Económica de Uruguay", no existía ningún libro de historia de peso que desafiara la visión predominante instalada en la década de los sesenta por la dupla de José Pedro Barrán y Benjamín Nahum. A partir de entonces, y con una unanimidad casi perfecta, todos los historiadores repitieron la tesis mercantilista de Barrán y Nahum para explicar nuestro pasado. Puede que a muchos le llame la atención, pero una interpretación de los acontecimientos económicos centrada en el análisis de la balanza comercial fue repetida en todos los libros. Los mismos prejuicios que David Hume había desterrado de la ciencia económica hacía más de trescientos años, eran repetidos en el Uruguay por los historiadores de izquierda y derecha, blancos, colorados y frentistas, por historiadores profesionales y economistas.

Y es el libro de Ramón Díaz el que terminará de poner fin a este absurdo. Señala con acierto los períodos de prosperidad y declinación de la economía nacional. Acierta en sus causas. Resalta en forma adecuada los éxitos del Uruguay liberal previo a 1875. Hace una interpretación inmejorable del batllismo. Describe nuestros aciertos y errores de las últimas décadas en forma equilibrada. Es una obra maestra, por pionera, por argumentos y por importancia. De alguna manera, la "Historia Económica de Uruguay" es la Piedra Rosetta que plantea todo un programa de investigación aun inexplorado. Si logramos entender correctamente por qué fuimos prósperos en el siglo XIX y cómo comenzamos a retroceder desde que la libertad política y económica fueron cercenadas en 1875 vamos a poder encontrar dónde reflejarnos y dónde no. Es el Uruguay de Berro y no el de Batlle al que debemos añorar con nostalgia. Uruguay de Maracaná ya era un país en descomposición, aunque la mayoría de nuestros compatriotas no lo supieran.

Por lo tanto, por su defensa inclaudicable de la Libertad, por su influencia en las políticas públicas, y por darle a nuestro país la interpretación acertada de su historia económica de que carecía, Ramón Díaz no sólo fue uno de los intelectuales más importantes del siglo XX, su presencia se seguirá sintiendo por mucho tiempo, en los jóvenes que lo reconocemos como nuestro maestro.

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