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"Des-ajenizando" al Prócer

| "El Padre Nuestro Artigas" o 20 dípticos que muestran al Héroe Nacional muy alejado de su pedestal. Obra textual y visual de Fernando Andatch y Martín Atme.

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Octogenario, semicalvo, emponchado, lejos de su tierra y cerca de su muerte. Así luce José Gervasio Artigas en el único retrato suyo conocido hecho en vida, atribuido al médico francés Alfred Demersay. Paradójicamente, esa imagen de una persona ya en el ocaso de su existencia fue la inspiración para que Blanes, Zorrilla de San Martín, Soneira, Zanelli y tantos otros artistas realizaran sus representaciones. Artigas se transformaba así en un ícono heroico y marmóreo, adusto y altivo, erguido y a caballo, síntesis de todas las virtudes hecha busto. Héroe. Prócer. Padre de la Patria. Dios pagano y nacional al que se le rinde culto desde la época escolar.

En El Padre Nuestro Artigas (Estuario, $ 350), obra visual y textual de Martín Atme y Fernando Andatch, el segundo -doctor en Comunicación e Información, docente y semiólogo- deja entrever que la sobreexposición de imágenes del Prócer genera una especie de enfermedad cuyo diagnóstico probable es su desaparición "por saturación iconográfica". Como tratamiento, recomienda varios "des": des-anestesiar, des-ajenizar y des-automatizar la percepción que tiene cada oriental en su ADN sobre el protagonista de la Redota y el héroe de Las Piedras.

Atme es docente, licenciado en Ciencias de la Comunicación y, sobre todo, fotógrafo. Es el responsable de los veinte dípticos (o sea, 40 fotos) de esta obra. En estas imágenes el ícono, o desaparece completamente, o se encuentra disminuido por el contexto. Así, aparece un Artigas símil Charles Atlas o presente -stencil mediante- en un inodoro, cual readymade a lo Duchamp; tiene el rostro estampado en los viejos billetes de Nuevos Pesos o su nombre en bolsas de pórtland; está su representación haciendo las veces de portero o de un solícito funcionario de "Informes"; está su busto preso, oculto, realizado de forma grotesca o ausente, víctima del vandalismo.

No hay ninguna figura humana en los dípticos. No es algo casual. Fue la acción del hombre (en su subespecie criolla) la responsable de la sobreexposición de Artigas, la que, en palabras de Andatch, "habría conseguido el efecto involuntario pero eficaz de desdibujar hasta el desvanecimiento su figura, su importancia y sus ideas".

Artigas fue en su tiempo, recuerda el semiólogo, un hombre que desafió lo convencional. La erupción iconográfica -intervención del factor humano- que siguió a su muerte, cuando el joven país buscaba una figura que uniera y no dividiera, lo que intentó fue "domarlo". Esta mirada fotográfica -no apta para fundamentalistas de la historiografía oficial- trata tanto de sacarle burocracia y brillo superfluo al mármol. Son miradas, a la vez, cotidianas y distintas.

Paradoja a modo de explicación

"Una paradoja no menor: ¡tanta reproducción y tan poca visión! Tan cercano ese que pintó y dibujó Juan Manuel Blanes, el que esculpió José Luis Zorrilla de San Martín, pero tan ajeno al comercio cotidiano con nuestros sentidos, nuestras emociones y nuestra capacidad imaginativa. Son muchas las formas representadas por la cámara; algunas de ellas, voluntarias, otras no, pero todas unidas por la serie en la tarea de des-ajenizar esa imagen, a esa persona ahí representada". Fernando Andatch, sobre el trabajo de Martín Atme en El Padre Nuestro Artigas.

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