C.T.
El buen lector acarrea con varios problemas. Y estos van más allá de la angustiosa tarea de elegir qué libro leer en un mercado donde la oferta crece cada día. Entre textos viejos, reediciones y escritos de nuevos autores las bibliotecas cada vez se llenan más. Las dificultades de espacio y la acumulación de polvo arremeten contra la convivencia, y amenazan a los asmáticos pulmones. Pero qué pasaría si todo ese tesoro literario, junto con los estantes y muebles que lo acunan, pudieran guardarse en la mesita de luz.
Antes que termine 2010, o a más tardar apenas comience 2011, en Uruguay, y en toda América Latina, se podrá cumplir el sueño del lector empedernido. Llega el libro electrónico y con él la posibilidad de que, por ejemplo, los gruesos dos tomos de Las Mil y una Noches puedan leerse desde un archivo diminuto e invisible.
Pero no todo es alegría. Los libreros se preocupan. Las editoriales se reestructuran. Los lectores estructurados temen por la desaparición del papel. Y los piratas informáticos se frotan las manos. Para poner paños fríos esta semana visitó el país el Director de Random House Mondadori para el Cono Sur, el argentino Pablo Avelluto.
"Vine para conversar con los dueños de las librerías. Es un momento fascinante para la industria, el cambio más importante desde la época de Gutenberg, y todos están muy curiosos. Lo que se viene es el ideal para cualquier lector. Se trata del acceso a bibliotecas infinitas. Uno podrá comprar un libro cuando quiera y desde cualquier lugar. ¡Ya no existirán los textos agotados!", se emociona Avelluto.
-¿Cómo se prepara la industria del libro para las nuevas reglas de juego que plantea el E-Book?
-El principal desafío está en la cultura de las editoriales. Estamos acostumbrados a encontrar buenos autores, convertir sus manuscritos en libros, preparar un lanzamiento y tratar con los libreros. Pero ahora la tecnología mueve ese orden, y nos vemos en la obligación de sentarnos en una mesa con la gente de Google, Apple o Amazon. Y allí la tradición, la historia, la pertenencia en el gremio, no tiene valor. Se crean temores: hay quienes creen que las editoriales desaparecerán y los escritores comercializarán sus libros solos; otros sostienen que con el nuevo negocio nuestro poder va a crecer. Y algunos creen que no se podrá controlar el proceso de comercialización: se piensa en lo que pasó con la digitalización de la música y el cine, en la piratería.
-¿Y cómo piensan combatirla?
-Es difícil explicarle a las nuevas generaciones de lectores que lo que se baja de Internet no es gratis. Pero claro, no se puede poner un policía detrás de cada computadora. La gran dificultad es que el peso del archivo de un libro digital es muy pequeño, se puede bajar en segundos. Y lo cierto es que la piratería ya existe en los libros. En Argentina hay quienes escanean, imprimen, encuadernan y venden textos truchos. Creo que lo único que se puede hacer es brindar una oferta, en términos de precio, diversidad y acceso, que compita con la tentación de la descarga ilegal.
-¿Qué papel ocuparán las librerías con la llegada del E-Book?
-Ellas serán quienes vendan los libros. Pero es verdad que si este mercado empieza a crecer, muchos locales se verán amenazados. En Estados Unidos, por ejemplo, se plantea que si un 25% de las personas que compran textos se pasan al formato digital, muchos locales van a tener que cerrar. Pero, por otro lado, se espera que la nueva alternativa atraiga a más lectores. Y es claro que el desplazamiento no va a ser tan veloz como cuando el televisor blanco y negro se cambió por el color. Sólo el 4% de los norteamericanos utiliza los libros electrónicos, y los expertos ponen el tope en el 20%. El papel no se va a convertir en algo obsoleto, al menos no de inmediato. No hay best sellers digitales que no lo sean en el formato impreso. Lo cierto es que hay una estructura casi muscular que hace que el libro sea algo que hay que tocar. Quizá, con el tiempo, las librerías se conviertan en una suerte de boutiques donde uno ve lo que después compra en la web.
-¿Se van a imprimir menos textos que antes?
-Es algo que se adecuará con el tiempo. Lo seguro es que habrá mayor cantidad de títulos. Si comparás la industria editorial de hoy con la de hace 20 años, te vas a dar cuenta que hay más libros y autores. Cuando empecé a trabajar en Argentina había por año cinco escritores que vendían más de 100.000 ejemplares, ahora llegarán a esa cifra uno o dos. Y esto no es porque la gente lea menos, sino porque las opciones son mayores. Y la queja de los libreros es que hay títulos que no les llegan. Eso, con los E-Book, nunca va a pasar.
-¿Cuáles serán los precios de los ejemplares en formato digital?
-En ese punto hay muchas discusiones. En Norteamérica el libro en papel está en el entorno de los 25 dólares. El mismo texto, si lo comprás en Amazon te cuesta 11, y Apple lo cobra 15. El tema es que en Estados Unidos no existe un precio único, cada vendedor lo elige a su antojo. Amazon, incluso, vende más barato que el costo. Esto lo hace porque el Kindle, el dispositivo de lectura que comercializa, solo sirve para leer lo que se baja desde su web. Es decir, lo que pierde por los libros lo recupera con lo que gana por los aparatos. Lo que sí sabemos es que en Uruguay los libros digitales van a salir mucho menos que en papel y los escritores van a percibir un porcentaje mayor.
-¿Más del 10% que reciben hoy por cada libro vendido?
-Sí. Se está planteando entre 20% y 25% del ingreso neto. Y a su vez el beneficio del librero será más bajo que ahora, porque no tendrá el costo de su local. Lo único que necesita es tener un sitio web, que es una inversión muy pequeña. Todos estos ítems son los que se están discutiendo y consensuado. Random House Mondadori, Planeta y Alfaguara nos asociamos para generar una sola plataforma desde la cual los comerciantes podrán obtener los E-Book. Nosotros no venderemos directamente al público. En la etapa actual lo que estamos haciendo es crear el catálogo. Los dispositivos de lectura no los comercializaremos nosotros, sino las casas de electrodomésticos. Ese no es nuestro negocio. De todos modos, estimamos que en América Latina, igual que en África y Asia, mucha gente leerá a través de sus teléfonos celulares, sin necesidad de comprar un aparato adicional.
Variedad de aparatos y sus ventajas
Por un lado están los libros que utilizan tinta electrónica: es el caso del Kindle y del Sony Reader. Estos dispositivos cuentan con una pantalla que imita al papel, no brilla -incluso no se puede ver con la luz apagada-, se lee con comodidad al aire libre y consume muy poca batería. Luego está el iPad, a simple vista es más lujoso, pero brilla igual que una pantalla de celular. "El gran problema del dispositivo de Apple son sus propias ventajas -señala Avelluto-. Sirve para consultar e-mails, jugar, sacar fotos, cosas que distraen la lectura. Steve Jobs declaró a The New York Times que lo haría así porque la mitad de los norteamericanos no leen".
Las editoriales esperan que la llegada del E-Book acorte distancias. "Cuando sale un libro en España hay que esperar que llegue el barco, que pase por la aduana, almacenarlo, empaquetarlo y recién después llega a las librerías", cuenta Avelluto. Por otro lado, agrega: "Un problema será el tema de los derechos. Hay que regular que no se compren libros en otros países. Eso se podrá hacer controlando de dónde proviene la tarjeta de crédito del cliente".