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Intimidades de la fe nacional

| Uno de cada cinco uruguayos que no profesan ninguna religión dicen creer en el cielo, los milagros y la vida después de la muerte; según reciente investigación.

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CATERINA NOTARGIOVANNI

En Uruguay los católicos son mayoría, los protestantes son quienes más asisten al templo, los no creyentes o agnósticos representan el 30% del total, las mujeres son más propensas a creer que los hombres, el 9% de los no creyentes igual rezan en la intimidad y, tal vez el dato más curioso: una de cada cinco personas que no profesan ninguna religión cree sin embargo en los milagros, el cielo y la vida después de la muerte.

Esos son los principales resultados de la investigación titulada Religión y Religiosidad en Uruguay, de los economistas Máximo Rossi y Mariana Gerstenblüth, y la socióloga Zuleika Ferre; coordinador e investigadoras del Área de Tópicos de Microeconomía del Departamento de Economía de la Facultad de Ciencias Sociales.

Gracias a ese trabajo también se supo que los uruguayos no son tan tolerantes en materia religiosa como se suele creer y que la mayoría rechaza la intervención de líderes religiosos en política y gobernabilidad.

Mapa. El 51,9% de los encuestados se considera católico, el 29% no creyente o agnóstico y el 13% protestante. Muy por debajo, con el 3,7%, se ubican los feligreses de "otras cristianas" (representadas principalmente por las iglesias pentecostales), los judíos (0,2%) y las religiones afro (0,8%). Los budistas no registran adherentes según esta encuesta.

Por sexos, el estudio indica que los hombres que no creen en Dios o son agnósticos duplican a las mujeres y que a su vez éstas son mayoría entre católicos y protestantes.

Cuando se trata de religión, el nivel educativo de las personas no es un detalle menor. Según el análisis de los resultados, hay una mayor proporción de personas con educación terciaria entre los grupos "no creyentes" y "católicos". Al mismo tiempo, se vio que los protestantes son quienes tienen los niveles educativos más bajos, mientras que los judíos ostentan los más altos.

La educación también es clave a la hora de medir la tolerancia: los menos educados presentan los porcentajes más altos de actitudes negativas para con personas de otras religiones (con excepción de los cristianos). A la vez, son los musulmanes y los judíos los menos tolerados por parte de la población, con el 21,2% y el 17,3% de las opiniones negativas. Curiosamente, esta visión se mantiene alta en aquellos que tienen educación terciaria.

Los investigadores tiene dos hipótesis: que esto puede responder a desconocimiento y/o prejuicios, o a la información que reciben acerca de los conflictos en Medio Oriente. Ninguna de las dos pudo ser probada.

También se indagó sobre la frecuencia de asistencia al templo. Lo que se encontró fue que si bien los católicos son el grupo más numeroso, más del 50% dijeron no asistir nunca a servicios religiosos. Los protestantes, en cambio, son quienes más van a la iglesia, con una frecuencia de una o más veces por semana.

"Esto puede tener una explicación económica", acota Rossi, "la práctica pública de la religión es intensiva en el uso del tiempo (requiere dedicación horaria), y éste tiene un costo. Si los individuos católicos tienen ingresos más altos, lo esperable es encontrar que tienen menos práctica pública", agrega. La lógica económica es: tienen ingresos más altos porque trabajan más, por lo tanto, disponen de menos tiempo para ir a la iglesia.

Ahora, la fe tiene también su práctica privada, como la instancia de oración o de reflexión religiosa. En este sentido, también los protestantes son los más activos puertas adentro, mucho más que los católicos. En números: el 71,2% de los protestantes dice rezar más de una vez por semana, contra el 22,4% de los católicos.

Otra rareza de los resultados de la encuesta fue que el 9,2% de los no creyentes afirmaron que rezan más de una vez por semana.

La encuesta incluyó una serie de preguntas cuyo objetivo fue conocer las opiniones sobre el papel que ocupa la religión en la sociedad. "La mayoría de la población, cualquiera sea su nivel educativo, rechaza la injerencia de las iglesias o de la religión, tanto en temas de gobierno como en la decisión del voto", señala Máximo Rossi. No obstante, se observó que "los más educados son más proclives a la no intervención de la religión en la política, en tanto que los que menos se oponen son los que tienen educación primaria o menos", indica el trabajo.

Traje a medida. Los milagros religiosos, el cielo y la vida después de la muerte son los objetos de fe más populares entre los creyentes, con un 77,2%, 72,1% y 60,5%, respectivamente. Lo mismo sucede con los no creyentes, aunque en diferente proporción: 24,2%, 18,6% y 22,1%. Esto indica que existe un grupo de personas que si bien no son religiosas tienen lo que los investigadores llaman "sentido de la espiritualidad".

Además, un 43,4% cree en el infierno, un 35,9% en la reencarnación, un 29,2% en los poderes sobrenaturales de antepasados difuntos y un 10% en el Nirvana (siempre entre quienes se consideran creyentes).

En la discriminación por sexos, los datos indican con claridad que las mujeres son más propensas a creer en cualquiera de estas categorías.

La información se obtuvo de la Encuesta Nacional de opinión pública sobre Religión y Religiosidad (año 2008), realizada por el Departamento de Economía de la Facultad de Ciencias Sociales. La misma se realizó en el marco de una red internacional (International Social Survey Programme) que replicó el mismo cuestionario en 40 países. La publicación de toda la información recabada se hará a mediados del año próximo.

Mientras tanto, los investigadores trabajarán en la siguiente etapa: "Entender por qué pasa esto", señala Máximo Rossi.

Paralelamente se hará el trabajo comparativo con el resto de esos 40 países. Eso será clave para comprender algunas dimensiones: "Por ejemplo, uno lee que el 61% de las mujeres cree en la vida después de la muerte y parece alto, pero capaz que en los otros 40 países es el 80%. O no, es el mismo porcentaje en todo el mundo, con lo cual veríamos que Uruguay no se distingue del resto", ilustra Rossi.

Próximas líneas de investigación

A partir de los datos obtenidos, el grupo de investigadores se dedicará a trabajar en tres líneas de estudio. En primer lugar profundizará en la religión como capital social, en su vinculación con las redes y en el impacto que tiene en la sociedad. En segundo término ahondará en temas de género y religión, abordando áreas de mucha actualidad como el aborto. Por último, buscará entender cómo la religión se transmite de padres a hijos.

La encuesta Religión y Religiosidad se realizó a mayores de 17 años, residentes de Montevideo e Interior Urbano de localidades con población mayor o igual a 5.000 habitantes.

Los datos aquí analizados se recabaron entre octubre y diciembre de 2008.

La religión como capital social y su impacto en la economía

La religión es un hecho cultural y como tal, tiene su impacto sobre el desempeño económico, la sociedad y el comportamiento colectivo, explican Ferre, Gerstenblüth, y Rossi en la introducción del estudio Religión y Religiosidad en Uruguay. De ahí el creciente interés de la economía.

Pero, además, existe una rama particular que aborda los temas de fe con la misma lógica con la que se estudia un producto: la economía de la religión. Es más, Adam Smith (1776), padre de la economía, "ya entendía que la producción de religiosidad es la misma que la de cualquier bien", señalan los investigadores.

Los autores explican, citando a Torgler, que la religión tiene la función de economizar y simplificar acciones. "Hace a nuestra vida más predecible y provee un sentido de seguridad que diminuye la ansiedad asociada con la incertidumbre. La religiosidad establece pensamientos comunes a todos los individuos. Como consecuencia los costos de transacción decrecen", señalan.

Rossi cuenta que ahora están terminando otro trabajo sobre cómo la religiosidad impacta en el logro educativo. "Por ejemplo, en América Latina hay movimientos de crecimiento del protestantismo. Si uno lo pone como modelo, se encuentra que los protestantes son los que dan menos incentivos a invertir en educación. Eso impacta en la productividad de los individuos y en su futuro desarrollo", ilustra.

Las cifras

51,9% De los uruguayos encuestados dijo ser católico, el 13% protestante y el 0,2% judío.

29% De los encuestados dijo no creer en Dios y el 3,7% se siente cercano a las iglesias pentecostales.

71,2% De los protestantes reza más de una vez por semana. En los católicos esta frecuencia baja al 22,4%.

Mayor influencia

"Una de las hipótesis en Ciencias Sociales es que en la medida que el nivel cultural, el crecimiento, la educación y el conocimiento científico progresaran, la religiosidad y la religión perderían peso", afirma el economista Máximo Rossi.

No obstante, agrega que la evidencia empírica no lo corrobora. Es más, muestra que la importancia de la religión no sólo se ha mantenido sino que se incrementó. Para ilustrarlo, los investigadores citan los casos de movimientos religiosos como la cristiandad evangélica en Estados Unidos, el fundamentalismo islámico en Medio Oriente, el protestantismo en América Latina -que viene creciendo sostenidamente en los últimos quince años, al punto de representar al 30% de la población en algunos países-, el fervor religioso en Europa Oriental y la ex Unión Soviética. Eso sin contar el papel que juega la religión en distintos conflictos políticos y étnicos del mundo entero. "El proceso que caracterizaría a la sociedad moderna no sería el de secularización sino el de desacralización, entendida ésta como la declinación de la influencia de la religión en la esfera pública de la vida moderna", explican Rossi, Gerstenblüth y Ferre en la introducción del estudio Religión y Religiosidad en Uruguay.

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