GABRIELA VAZ
"Hay que patrullar las zonas virtuales, y revisar el accionar policial pues en los casos Barrios y Núñez faltó saber que algo estaba gestándose", dicen expertos.
Cada vez que el mundo recibe la noticia de que, en algún punto del planeta, un joven estudiante provocó una masacre en una institución educativa, asesinando a compañeros y funcionarios, horas después se confirma un detalle que redobla el estupor: lo había anunciado en Internet. Desde hace dos semanas, Uruguay cuenta su propio caso. El escenario fue otro, la situación fue distinta, pero el resultado y el "detalle previo", los mismos: muerte y anuncio en la red.
El fenómeno tiene ejemplos en el hemisferio Norte, está asentado en Centroamérica, comienza a emerger en el Sur, y expertos en seguridad y comportamiento avisan que por aquí está en fase "embrionaria". Internet se volvió un moderno set de violencia. A través de blogs, fotologs y sitios en todos sus formatos, jóvenes y adolescentes (en su mayoría, aunque también hay adultos), encontraron una nueva forma de exorcizar agresividad -intercambiando amenazas e insultos, convocando a encuentros para peleas, e instigando a destruir al "enemigo"- y hasta descubrieron una manera de reclutar nuevos miembros para su "bando". Porque, en general, se trata de conglomerados, chicos que actúan bajo una bandera, cualquiera sea: un club deportivo, una tribu urbana, la barra de un barrio o un cartel de narcotráfico; todo sirve.
Basta un clic para atestiguar, por ejemplo, el ida y vuelta entre las temidas "maras" (nombre que se da a las pandillas en Centroamérica y México) o ver videos que parecen pelear por un trofeo a las imágenes más violentas o los mensajes más intimidantes (ver recuadro).
Pero no hace falta ir tan lejos. Quince días atrás, los crímenes de Rodrigo Núñez y Rodrigo Barrios dejaron en evidencia que nada de esto les es ajeno a los uruguayos. No sólo porque uno de los procesados, encontrado culpable del primer asesinato, había colgado horas antes en Internet, bajo el nick Vladimir, una foto en la que aparecía con un cuchillo en la boca (que luego fue señalado como el arma utilizada) a la vez que amenazaba a los hinchas de Aguada, sino porque, en los días siguientes, el espacio cibernético se convirtió en una verdadera trinchera, de uno y otro bando. De inmediato aparecieron blogs en contra, llamados Vladimirasesino y Muertea_vladimir_asesino, donde se escribieron frases como: "vas a sufrir, asesino", "este hijo de puta vivo no va a quedar", "esto no se perdona (...) el q mata tiene q morir". También se abrieron sitios en Facebook. Uno de ellos, Justicia por Rodrigo Nuñez y Rodrigo Barrios, hasta el jueves reunía a más de 22.000 miembros.
Entre tanto, autoridades y analistas no ocultan su preocupación. Para algunos, Internet no sólo se ha vuelto un medio para descargar violencia; también la puede estar fomentando. Para otros, tan sólo recoge algo que ya existe, aunque puede exacerbar. Hay una coincidencia: falta investigación y modernizar las herramientas de control (ya que, paradójicamente, la red también puede ser una gran ayuda a la hora de las revelaciones), así como analizar el perfil de los jóvenes que no temen exhibirse anunciando una tragedia.
CONTROLES. A muchos sorprendió que, aún días después de los asesinatos ocurridos el viernes 8, el metroflog de Vladimir continuara operativo, con su foto y sus amenazas disponibles para quien quisiera verlas, y recogiendo cada vez más arremetidas de simpatizantes de las víctimas, dejando al sitio en verdadera ebullición. Finalmente el blog fue eliminado, pero dejó varias interrogantes. ¿Qué criterios tienen las empresas servidoras para suprimir sitios? ¿Cómo detectan estas situaciones? ¿Colaboran con la Policía? Consultado al respecto, el equipo de Metroflog -la red social con sede en Buenos Aires que adquirió protagonismo en las dos últimas semanas por ser escenario de los cruces entre simpatizantes y detractores de Vladimir- explicó que si bien en sus reglas de uso se aclara que eliminan toda foto o comentario agresivo u obsceno, cada día descubren nuevos metroflogs con material pornográfico o violento. "Poseemos una moderación automática mediante un sistema inteligente, y también personal exclusivamente dedicado a revisar el contenido del sitio", indican. Otras veces, los propios usuarios los alertan sobre material inapropiado. Los administradores también aclaran que la responsabilidad por los contenidos recae únicamente en el internauta. De todas formas, la política del sitio es colaborar activamente con la Policía y las autoridades de todo el mundo cada vez que se ponen en contacto con ellos para determinar los datos de las personas involucradas en actividades delictivas en la web. "Por lo general, nos piden información sobre direcciones de e-mail y direcciones IP de los usuarios, a fin de identificarlos y ubicarlos. Pero por otro lado, muchas veces dejamos abiertos estos metroflogs para detectar esas actividades y ayudar a encontrar a estas personas", explican.
La misma empresa Google, que avala YouTube, ha afirmado que investiga exhaustivamente los videos violentos o que revelen muertes en su espacio. Hace dos años, levantó una página nazi uruguaya que convocaba a "exterminar planchas". Sin embargo, aún con esta colaboración, las autoridades no poseen herramientas claras de control en Internet, según varios consultados. Para el licenciado en seguridad Robert Parrado, "hay que revisar el perfil de accionamiento de la Policía", pues, en los casos de Barrios y Núñez, por ejemplo, "faltó una mirada" para entender que "algo estaba gestándose". También el psicólogo Roberto Balaguer, especializado en temas informáticos y quien trabaja con adolescentes, opina que se precisa un mejor análisis de esos anuncios, que pueden ser pedidos de ayuda (ver recuadro), y un operativo diario. "Así como se patrullan las calles para prevenir delitos, hay que empezar a `patrullar` esas zonas virtuales. Eso no está concebido, salvo como una herramienta puntual de Inteligencia, pero no como un accionar policial de todos los días".
El departamento de Delitos Informáticos, a cargo de este tipo de casos, fue consultado por Domingo, pero en Jefatura de Policía de Montevideo se entendió que no era conveniente hablar del tema en este momento.
Si bien la red se ha convertido sin discusión en un nuevo nicho de violencia, también es cierto que puede ser de gran ayuda para indagar en ese mismo aspecto. Como apunta Balaguer, "hay algo claro: estos fenómenos ahora tienen mucho mayor visibilidad. Cosas que antes quedaban aisladas, en el anonimato, ahora es posible descubrirlas a través de Internet".
El quid es saber si la red tan sólo revela conductas agresivas ya existentes, o si actúa como catalizador, propiciando la tensión. Una investigación de la Universidad de Medicina de Kaohsiung (Taiwán) publicada esta semana fue concluyente: la adicción a Internet estimula la violencia en jóvenes, sobre todo si son adeptos al chat, los juegos, la pornografía o los foros online. Por su parte, el sociólogo Rafael Bayce cree que "no hay nada intrínsecamente peligroso en Internet", dado que alimenta tanto la posibilidad de descargar violencia -y en este sentido actúa como un "exorcizador", como quien mata en un videojuego, disminuyendo la probabilidad de que la violencia latente se haga manifiesta-, como la de "cargar" la violencia, "desde que permite que algunos que sienten lo mismo encuentren semejantes en el espacio virtual, que no conocerían por lejanía en el espacio normal, y se den manija mutua".
Es que la psicología de masas es vital para entender esas mentes. "Una cosa sos vos, individuo, y otra es la masa funcionando (aún en el espacio virtual) que tiende a simplificar", dice Parrado. Por eso, opina Balaguer, aunque Internet "recoge algo que ya existe, dadas sus características de agrupamiento, y de que es muy fácil decir las cosas apretando un botón de Enter, hace que se exacerben determinados sentimientos. En la medida que se empiezan a forjar diferentes relatos, hacen ebullición. Algo que de forma aislada no habría tomado proporción importante, al centralizarse se potencia. No lo origina, pero es un catalizador. La paradoja es que al mismo tiempo facilita la tarea de detección, porque tenés las evidencias sobre la mesa".
Perfil. Tales evidencias no siempre llegan crípticamente, ni se precisan expertos en informática para decodificarlas. En ocasiones las amenazas, insultos e instigaciones son verdaderas exposiciones de esos internautas, que se exhiben al punto que parecen clamar por ser reconocidos. Juan Fagúndez, abogado defensor de uno de los indagados por el crimen de Rodrigo Núñez que finalmente fue absuelto, se pregunta por qué no es más fácil encontrar culpables en estos casos. "Debería serlo. Quien lo hace tiene que ser muy bobo porque deja una huella para que lo encuentren".
Pero ese razonamiento no se condice con el de estos internautas, que poseen un perfil bastante delineado por los especialistas. Para que un chico llegue a vincularse por Internet con grupos violentos, "tiene que haber una disfunción familiar, falta de aceptación y de autoestima. Se reconfortan en grupos que generan eso: compañía, seguridad. Eso cierra con algo que escuchamos mucho: `Qué raro, porque Fulanito trabajaba, estaba en la casa, era muy tranquilo, nunca hizo nada así`. Sí, y puede ser que entró a Internet y hubo una mutación de cómo se vinculó al delito", afirma Parrado. También sienten que no tienen nada. Lo refleja una frase dejada en el blog de Vladimir: "¿pensás que tengo algo para perder?"
Vale aclarar que una cosa son los adolescentes que asesinan a grupos solos (como las matanzas en instituciones educativas), y otra las pandillas. "Son muy diferentes", apunta Bayce. "El anuncio de masacres es típico de adolescentes con neurosis compulsivas, solitarios que se ven compelidos a expresar sentimientos, actitudes y proyectos normalmente inconfesables". Es verdad que otros chicos se quedan en el decir, y para ellos es suficiente, explica Balaguer. "Sólo quieren la posibilidad de expresar la bronca, la impotencia. Buscan una identidad".
La alarma está encendida. Falta actuar. Lo dice Parrado: "Arranquemos ya a cambiar algo. Murieron dos en una noche. Ya no es algo que leemos. Nos está pasando".
Los anuncios pueden ser pedidos de ayuda
El ida y vuelta de violencia en Internet contiene un ingrediente sorpresivo: el exhibicionismo. Los videos y las fotografías dejan muchas veces a un lado los anonimatos en pos del marcar presencia. "De marcar existencia", recalca el psicólogo Roberto Balaguer. "Es un tema clave en la red: podés ser `alguien`, aunque sea un asesino", analiza, remitiéndose también episodios de violencia en colegios norteamericanos, cuando estudiantes que produjeron matanzas a mansalva habían anunciado esas masacres previamente en la web.
Para él, esto puede entenderse como un pedido de ayuda encubierto e inconsciente. "Ves a chicos que se exponen, son identificables. Falta decodificación de esas cosas. Aún no se concibe que estos espacios son reales, se ven como virtuales cuando lo que hay es una expresión escrita de alguien que está anunciando algo y nadie le da una lectura adulta, de sostén y límites, para poder accionar".
Amenazas cruzadas en previa del clásico
A las 15 horas comienza a rodar la pelota en el clásico y la Policía preparó uno de los operativos de seguridad más grandes de los últimos años. Es que a la rivalidad eterna se suma el condimento de los recientes crímenes de Barrios y Núñez, hinchas de Aguada y Nacional, y cuyos asesinos serían parte de una de las barras de Peñarol (muy unida al parecer a la hinchada del club de basquetbol 25 de Agosto, rival de Aguada), por lo que se teme una posible venganza.
El clima pudo testearse esta semana en diferentes foros de Internet, donde, una vez más, aparecieron advertencias de muerte de uno y otro lado.
Hace tres días, el suplemento Ovación replicó la preocupación que un usuario dejó en la propia página de Peñarol: "hay sectores de la hinchada (aurinegra) que están pensando en matar a uno de Nacional". Y en el sitio bolso, alguien propuso: "llevar la blanca en la mochila". Esta vez, va con aviso.
Hasta 2 años de prisión por instigar
¿Amenazar o instigar por Internet es delito? "Depende", responde el abogado penalista Juan Fagúndez. Es que, todavía hoy, a nivel jurisprudencial no existe una clara definición de qué es la red. Según él, el quid de la cuestión es si publicar algo en Internet (tal como: "Salgamos a matar a los hinchas de equis equipo") equivale a "hacerlo público". La respuesta más obvia parece ser sí, pero el abogado alega que es "aleatorio" ya que, por ejemplo, si hay un apagón o se cae el servidor la conducta no se comete. "Entonces, ¿mi finalidad es la de instigar o es algo que no está bajo mi dominio, sino que dependo de una condición externa, que es la de la gente que entra a Internet?", se pregunta.
Hay dos bibliotecas y según las circunstancias lo interpretará cada juez. En el caso de considerarse que se está "haciendo público", entonces es posible enmarcarlo entre los delitos contra la paz como instigación a delinquir o apología del delito, explica Fagúndez. Ambos son castigados con tres a 24 meses de prisión, según el Código Penal.
Pandillas reclutan con YouTube
Una mujer baila y juguetea con una pistola mientras un rap lanza insultos y obscenidades; un grupo de niños aspirantes a gangsters intenta saltar sobre una valla, con la amenaza de ser castigados si no lo logran; dos jóvenes exhiben armas y tatuajes con nombres crípticos: cualquiera de estas imágenes puede verse en los miles de videos de pandillas centro y norteamericanas que existen en YouTube, los cuales reciben hasta 35.000 visitas diarias de jóvenes que intercambian insultos, amenazas y aplausos cibernéticos. Se trata de un ritual de violencia hijo del siglo XXI.
"Las pandillas han descubierto en Internet una forma de fortalecerse (...). Lo desafortunado es que estos videos están haciendo muy bien su trabajo porque atraen a más y más jóvenes que quedan impresionados ante una imagen falsa de poder", declaró a Univisión Gus Frías, coordinador del Programa de Seguridad para las Escuelas de Los Ángeles, Estados Unidos.
Los mismos expertos norteamericanos asumen que controlar y rastrear estos sitios es una tarea poco fructífera. "Se necesitan cientos de oficiales para seguir la pista de un video y las agencias no tienen recursos para ello. Frente a este problema la única solución es la vigilancia de los padres".