Agustín Courtoisie
UN GRUPO de matemáticos, en su mayoría de nacionalidad francesa, adoptó el seudónimo de "Nicolas Bourbaki" para firmar sus producciones académicas y durante varias décadas del siglo XX hizo importantes contribuciones a la ciencia más temida por los estudiantes y el público en general.
Sus rigurosos aportes y su seco estilo expositivo, no impidieron a los integrantes del grupo jugar bromas tales como intentar mantener en secreto sus identidades, o incluso presentar solicitudes de inscripción ante instituciones de prestigio internacional, como si "Bourbaki" se tratara de un individuo real. Usando el seudónimo, el grupo se quejó a la mismísima Enciclopedia Británica por dudar de su existencia.
Aunque sus integrantes ya no son todos eminencias de la matemática francesa y mundial como en los mejores tiempos, el grupo ha llegado a la era de Internet y bajo el rótulo de "Association des collaborateurs de Nicolas Bourbaki" puede encontrarse una muy sobria página web en https://www.bourbaki.ens.fr/ con información bibliográfica y datos sobre sus actividades actuales.
El responsable de El artista y el matemático es Amir Aczel, profesor del Bentley College de Massachusetts, profesor visitante de Historia de la Ciencia en la Universidad de Harvard y autor de varias obras de divulgación científica.
Esta amena recorrida por la cultura y los acontecimientos del siglo XX que rodearon al fenómeno Bourbaki, intercala datos curiosos de sus más relevantes miembros de distintas generaciones e incluso traza casi una completa biografía de alguno de ellos. Es el caso de Alexandre Grothendieck, a quien Aczel compara con Albert Einstein. Claro que tampoco faltan a la cita Pierre Cartier, André Weil (hermano de la célebre Simone Weil), Jean Dieudonné, Henri Cartan o Jean-Pierre Serre, entre otros.
El lector con formación matemática lamentará que, salvo contadas excepciones como las de los capítulos 8, 9 y 14, estas páginas no mencionen las contribuciones fundacionales de Bourbaki a la matemática moderna (por ejemplo, la teoría de conjuntos). O que apenas aludan en general al papel clave de la noción de estructura o sólo enumeren los títulos de las grandes ramas de la matemática que se beneficiaron de esa inteligente labor colectiva. Por su parte, el interesado en historia de la ciencia difícilmente perdonará la tendencia a irse por las ramas de Aczel y mucho menos el capítulo 6 dedicado a Braque y a Picasso, o el capítulo 13 dedicado al grupo literario experimental "Oulipo". Realmente, ambos capítulos tocan el tema central del libro de modo muy tangencial.
Sin embargo, al mostrar los vasos comunicantes de disciplinas muy remotas entre sí, el trabajo de Aczel habilita un nivel de comprensión diferente. No en vano, por ejemplo, el concepto de estructura es visto como formando parte de un movimiento cultural más general y eso conduce al autor a revisar las ideas de Claude Lévi-Strauss, la lingüística rusa (Trubetzkoy, Jakobson), y hasta dedicar largos párrafos a Barthes, Lacan y Foucault. Aun con menor tecnicismo del aconsejable, El artista y el matemático es una contagiosa invitación a la continuidad del espíritu bourbakiano, expresada incluso en el detalle de que dos de los cinco matemáticos que colaboraron con el libro hayan preferido permanecer en el anonimato.
EL ARTISTA Y EL MATEMÁTICO. LA HISTORIA DE NICOLAS BOURBAKI, EL GENIO MATEMÁTICO QUE NUNCA EXISTIÓ, de Amir D. Aczel, Gedisa Editorial, 2009. Barcelona, 206 págs. Distribuye Océano.