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Cambiar el diccionario

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RICARDO REILLY SALAVERRI

Este verano afincado en Montevideo he podido disfrutar el ruido de las motos sin silenciador. Atronador escándalo que no permite dormir con ventanas abiertas, y aún cerradas, ni de noche ni de día, ni en la semana, ni en el fin de semana. Ni siquiera al paso de los caballeros moto-andantes se puede escuchar lo que dice la televisión. Y los muchachos andan de cuerpo gentil impunes, como la delincuencia, ante la pasividad de la "impuestocracia" municipal tan cara como inútil. Bastaría pararse en algunas esquinas claves o inspeccionar los "deliveries" y sancionar a los dueños de las respectivas casas comerciales con entrega a domicilio, amén de los ruidosos individuos, para hacer una redada y devolver la paz al vecindario. Pero del gobierno montevideano que nadie espere algo útil. Solo el saqueo fiscal.

Con sorpresa se asiste en el momento a una campaña contra "el racismo", por parte de alguna organización de "afrodescendientes". Para mí que hasta mis 26 años viví en el Cordón, más precisamente en Colonia y Requena, desde niño me acostumbré a la relación y al fútbol en la calle, que se integraba, con gente de toda condición que llegaba de la vuelta, en tiempos en los que no habían casi autos. Nunca supe, ni mi familia supo, ni mis amigos saben, de lo que es el racismo. Y siendo tradicionalmente Uruguay un país integrado, que hoy prácticamente se venda al mundo una suerte de confrontación racial en el país, me resulta inaceptable. El tema ha venido sazonado con un incidente a la salida en altas horas de la madrugada de un boliche de baile y tragos. Un incidente de inusitada violencia en el que se agredió brutalmente a una persona de color en lo que -ha sido la opinión del Juez de la causa, y es lo que a uno le parece- fue una de las tantas riñas callejeras, que se dan en tales circunstancias en un país que se viene "destartalando" socialmente, de unos años a esta parte.

La campaña viene promovida por un integrante del gobierno, aspira a ser una especie de Martín Luther King criollo, salvando las enormes distancias y recordando que aquel notable luchador y predicador norteamericano asesinado, promovía la paz, la no confrontación, al tiempo que la integración social. En una lucha que en sus actuales etapas nos presenta como presidente de los Estados Unidos, a Barack Obama. Pero por suerte, acá no se precisan predicadores de aquel calibre y menos gente que tras la invocación a una supuesta causa, busque notoriedad personal. El otro día en un noticiario televisivo, se anunció que había conseguido para su institución, una donación de 700 mil dólares del gobierno japonés. Igualmente, se ha promovido una campaña sin sentido para que se borre del diccionario de la Real Academia "trabajar como un negro". Más allá de que como muchos no advierto en ella una intención peyorativa, no tiene sentido la campaña porque como expresó recientemente un miembro de la Real Academia, la institución rectora de la lengua no es una divulgación de consignas con intención dudosa sino que recoge infinidad de expresiones que están en el lenguaje popular castellano. Cuando la gente las abandone, solo entonces, se le sacará del diccionario.

Finalmente, se habla de discriminación en el trabajo. Nadie que en su sano juicio contrata personal, sea empresa privada o el Estado, se priva tras una selección razonable de cualquier persona que entienda adecuada, sin importar sexo, raza, clase o condición similar.

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