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Obama, Romney y el TLC con Uruguay

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ANTONIO MERCADER

Si los uruguayos pudieran elegir entre Obama y Romney no cabe duda que el ganador sería el primero. Entre nosotros, los demócratas como Obama siempre recogieron más simpatías que los republicanos de Romney. Kennedy nos gustaba más que Nixon y entre Reagan y McGovern hubiéramos sido minoría con este último. Es una constante: a los demócratas se los ve más amigables mientras los republicanos parecen duros, distantes y en todo caso "intervencionistas".

Sin embargo, basta desprenderse de los estereotipos y analizar esta campaña electoral de Estados Unidos para verificar que el mormón y millonario Romney se interesa más por América Latina que el ocupante de la Casa Blanca. "La economía latinoamericana es casi tan grande como la de China por lo que quiero abrir más el comercio con ellos", declaró el republicano quien instó a mejorar las relaciones con esta región en los tres debates televisados con Obama.

El último spot de la campaña propagandística de Romney confirmó su tendencia a mirar al sur del continente aunque más no sea para sacar ventajas electorales. La primera imagen del spot es de Mariela Castro, la hija del dictador cubano Raúl, quien dijo que si pudiera votaría por Obama. El segundo protagonista es Hugo Chávez captado en aquel discurso en donde aseguró que si Obama fuera venezolano hubiera votado por él. Un mensaje fuerte del republicano contra el presidente, dirigido sobre todo a Florida en donde miles de cubano-estadounidenses alientan el final del régimen castrista.

Romney preconiza una política dura ante Cuba, Venezuela y sus laderos bolivarianos y, aunque no lo explicitó, si fuera presidente podría reabrir el capítulo de los tratados de libre comercio con sus vecinos sureños, incluido Uruguay. Estados Unidos ya tiene TLC con varios países centroamericanos, México, Panamá, Colombia, Perú y Chile. Ahora que Gargano no manda en cancillería la discusión podría resurgir por aquí con mejores perspectivas que las de cinco años atrás aunque posiblemente los prejuicios ideológicos del núcleo duro del Frente Amplio terminarían por bloquear las negociaciones.

Por supuesto, estas son simples conjeturas a dos días de las elecciones en Estados Unidos con un Obama que pese a todas las críticas recibidas y a sus promesas incumplidas, sigue apareciendo como el favorito. Si es reelecto, pocos cambios en la política del Departamento de Estado pueden esperarse para los próximos cuatro años en Uruguay y en el resto de una América Latina en donde ni siquiera el Brasil de Dilma Rousseff obtiene un trato preferente.

Es improbable que la "nueva relación" anunciada por Obama en la cumbre presidencial de Cartagena de Indias a poco de asumir la presidencia, se concrete en cambios reales en la actitud de su administración hacia nosotros. Para sus asesores, los países al sur del río Grande pasan por un buen momento económico y sólo corresponde preocuparse por cosas tales como sellar la frontera con México y reprimir las bandas de narcotraficantes.

José Mujica, que cenó con Obama en aquella reunión de Cartagena, dice que le gustaría hacer una visita oficial a Washington. De momento no hay respuesta aunque entre tanto, si quisiera allanarle el camino, sería bueno que su esposa, la senadora Topolansky, se desdijera de aquel discurso en Buenos Aires en donde descartó para siempre a los "yanquis" como socios comerciales de Uruguay.

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