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"Los comentarios de la gente en contra de los pronósticos que presentan los servicios de Meteorología se dan en todo el mundo, incluso en contra de los mejores, como el de Australia", dijo Cristina Mathisson, presidenta de la Agrupación de Trabajadores de la Meteorología Nacional, que están en conflicto desde hace meses.

Sobre las demoras para anunciar la alerta roja, tanto en el ciclón extratropical de septiembre como en el de ayer, cuando el anuncio se efectuó a las 4 de la madrugada, la meteoróloga indicó que en ambos casos, cuando la advertencia tenía color naranja, se hizo lo correcto. "Estuvieron bien sacadas".

En referencia a esto agregó que "falta sí una política de comunicación para decir cuáles son las condiciones, por ejemplo de la alerta naranja, que implica suspender actividades y tomar precauciones importantes".

También comentó que frente a una alerta naranja, con suma de precipitaciones y vientos, es muy probable que se derrumben árboles, se produzcan inundaciones, se descuelguen cables del alumbrado y carteles, y se rompan vidrios.

La fijación de colores para cada tipo de pronóstico surgió después del devastador temporal del 23 de agosto de 2005, en una reestructura que tuvo el apoyo de expertos españoles.

A propósito del desprestigio que parece haber ganado a la Dirección Nacional de Meteorología en los últimos tiempos, en parte por el conflicto de los trabajadores, que se extiende desde el mes de julio, por un acuerdo suscripto en 2011 y no cumplido, Mathisson subrayó que existen "campañas de marketing hacia empresas privadas como la brasileña Metsul, que no es un instituto oficial, pero mete mucho la cuchara".

También en organismos del Estado, a nivel municipal, por ejemplo, desde la Intendencia de Montevideo se enjuició a Metsul como demasiado sensacionalista, pero a la vez tampoco se están considerando los partes de Meteorología, que en Uruguay es la única institución oficial a quien se confiere la potestad de emitir pronósticos y ofrecer datos.

Actualmente la Dirección de Meteorología cuenta con una plantilla de 216 funcionarios a nivel nacional, incluyendo a los contratados. Hay 23 estaciones en todo el país y debería asignarse, en opinión del gremio, a 7 funcionarios en cada una, si funcionaran las 24 horas. "Pero no hay un plan de organización", dijo Mathisson.

Otra carencia importante de la Dirección de Meteorología es la falta "de estaciones automáticas, que son las que informan en tiempo real, a diferencia del meteorólogo, que actúa en forma horaria", explicó Mathisson.

"Hubo un convenio muy caro, que costó 8 millones de dólares y permitió establecer una red de estaciones, pero no se mantuvieron y muchas dejaron de funcionar. Al levantarse esa red, las que funcionaban pasaron a depósito", concluyó la gremialista.