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Los jóvenes y el alcohol

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A fines del mes de abril en este mismo diario, en el suplemento del domingo, se publicó una nota con abundante investigación sobre un fenómeno que ha ido creciendo en nuestro medio de manera exponencial: el abundante consumo de alcohol en la juventud.

Los usos y costumbres en una sociedad no son algo estático. Por el contrario, forman parte de un proceso dinámico en continua transformación, si bien varían notoriamente en su intensidad, según tiempos y culturas. En la actualidad vivimos en un mundo vertiginoso e interconectado a consecuencia de los otrora inimaginables adelantos tecnológicos por lo que usanzas, conductas y prácticas se trastocan y varían bajo esos influjos, a un ritmo muy diferente al de otras épocas.

Si bien los jóvenes, sobre todo los varones, solían beber en alguna fiesta, o de vez en cuando, últimamente es una imagen peligrosamente habitual la de muchachos y muchachas tomando alcohol, incluso en la calle y en general de la botella directamente, con total desaprensión e inconsciencia.

Aunque existe una ley, la 17.243, que prohíbe "el expendio entre las cero horas y las seis de la mañana en minimercados y estaciones -un servicio que cobró auge luego de que se le pusiera una hora límite a los centros nocturnos-, y que no esté permitido vender bebidas alcohólicas a los menores de edad, ni se obedece la ley por parte de los comerciantes, ni el Estado cumple con su responsabilidad. El INAU, organismo que debe inspeccionar, no controla y las normas se infringen con total impunidad, como lo demostró el trabajo periodístico mencionado. Después de una recorrida entre las 20 y las 22 horas junto a cuatro niños de 14 años, 15 litros de "espirituosas" se amontonaron en el baúl del auto.

Finalmente, el gobierno ha anunciado el comienzo de una campaña que prevé repartir a los directores de los liceos una misiva de parte del secretario de la Junta Nacional de Drogas y del director del Codicen, que explica sobre el material (afiches y folletos) que tendrán para distribuir, y también se les solicita la instrumentación en cada centro educativo de un espacio para discutir el tema. Es una buena decisión enfocar hacia la toma de consciencia por parte de los jóvenes, respecto de los daños que trae aparejados la ingesta de alcohol, cuya venta es legal entre los adultos y que sin embargo puede llegar a ser muy perniciosa, tanto por los estragos que provoca en la persona que bebe, como en quienes lo rodean.

No solo en lo atinente a los dramas familiares y personales que provoca, si de pasatiempo se convierte en vicio, sino que los médicos definen el abuso del alcohol como la peor catástrofe sanitaria de los últimos 15 años. El 38% de los que terminan en la morgue presentan un alto grado de alcoholemia. Cada 10 muertos, cuatro están alcoholizados. Y habría que contabilizar, a su vez, a los que, sin estarlo, mueren a causa de los primeros.

Es pertinente que el gobierno haya decidido tomar cartas en el asunto, aunque no resulta muy alentador el saber que todavía está por crearse, una coordinadora interinstitucional, integrada por varios ministerios, aun cuando se sabe lo ineficientes que suelen ser estos instrumentos. Entre los pasos a dar y no solo a nivel público, hay que producir un debate que incluya también al entorno familiar, para que unos y otros entiendan cabalmente los riesgos que implica una demasiado temprana vinculación con una sustancia que es también una droga. Algo que intoxica, adictivo; que afecta los centros nerviosos, los reflejos, las neuronas.

Casi un 40% de los jóvenes de una muestra difundida en abril, que abarcó a 8033 adolescentes entre 13 y 17 años en todo el país, se emborrachó en el último mes. Para combatir este flagelo, tanto hay que disminuir la oferta y educar, como promover el deporte. Una herramienta esencial en esta lucha, que el Estado descuida abiertamente, ya que son muy escasos los recursos que el Ministerio del ramo dispone o destina, en apoyo de los deportes menores. Tampoco tiene sentido que las comunas promuevan fiestas populares donde el alcohol corre a lo loco.

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