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Entre la realidad y el gran show

Entrevista. El músico habló con El País antes de la actuación que ofrece hoy en el Velódromo

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MATÍAS CASTRO

Cosa rara para alguien que ha vendido treinta millones de discos en todo el mundo, Juan Luis Guerra tiene fama de tímido. Lejos de los escenarios y de la música, lo confirmó en una entrevista telefónica con El País, desde su propia casa.

Su voz es inconfundible, aunque salude por teléfono y hable con pocas palabras sobre su último disco, A son de guerra. Es un tipo serio, medido, amable pero no excesivamente simpático (cosa que no quiere decir "antipático" ni mucho menos). Y, sobre todo, es conciso y directo en sus respuestas.

"Nosotros salimos y vivimos con normalidad" dice con respecto a la forma en que se vincula con los problemas sociales de los que habla en sus canciones. Y ahí aparece un detalle que no es menor: habla sobre sí mismo en primera persona del plural, recurso que mucha gente emplea cuando quiere evitar decir "yo" constantemente. Nada más raro para un tipo de su fama. "En República Dominicana hay situaciones que tú, simplemente saliendo, te encuentras. Te das cuenta de las necesidades que hay. Además si uno va a visitar a los niños de la Fundación te das cuenta cuál es la problemática de salud. Lo mismo con la educación, es palpable. Esas son las cosas que yo normalmente relato en mis canciones".

La fundación a la que se refiere lleva su nombre, aunque antes se llamaba Fundación 440, en alusión al nombre que tuvo su primer disco cuando fue reeditado en 1990. La iniciativa comenzó en 1991, poco después de que las pegadizas canciones de su disco Bachata rosa lo hicieron sonar insistentemente en las radios de todo el continente e incluso más allá. El disco, además, vendió nueve millones de unidades en poco tiempo y es el que más copias ha vendido de su discografía de once álbumes. Hasta ese momento el dominicano era un artista que intentaba hacer carrera principalmente dentro de su país.

A lo largo de sus discos la cuestión social ha estado presente de varias formas. Esto le ganó un respeto extra sobre el que tenía ya como músico y compositor capaz de fusionar los más diversos estilos, pero también lo convirtió en blanco de críticas cuando hizo una campaña promocional para una multinacional, cosa que supuestamente iba contra lo que predicaba.

Lo cierto es que ahora se hace inevitable preguntarle sobre cómo su mensaje, lanzado en medio de la industria del entretenimiento, puede tener un impacto real sobre el público. Después de todo, es un artista que dice, literalmente, que la gente precisa educación y salud y que se necesitan más personas honestas e íntegras en el poder para solucionar los problemas más acuciantes.

¿Cómo puede contribuir la música con la solución a esos problemas? "El mundo de la música sigue siendo ese mundo" dice. "Nosotros hacemos una denuncia social. Tenemos nuestra voz y un poder para hacer una denuncia, por eso tenemos que utilizarlo. Por supuesto que la solución está en los oídos de las personas y de los gobernantes que tienen que hacer un cambio. Pero nosotros aportamos nuestro grano de arena. Tiene que ver con lo que se hace fuera de los recitales, con el trabajo de la Fundación. Cuando nos metemos directo con la ayuda lo hacemos con la Fundación que se dedica a los niños y a los ancianitos. Juanes y Ricky Martin tiene la suya, cada uno tiene su medio de ayudar directamente".

Lo que le dispara sus letras más sociales y críticas, dice, está en la realidad social dominicana. Y desde su punto de vista se trata de una realidad muy parecida en los países latinoamericanos. "Por eso los temas que canto son adaptables. Casi siempre son problemáticas y situaciones que salen en algún periódico de la República Dominicana".

Así como a esta altura no es nada extraño que figuras como él y muchos otros de su popularidad, sostengan sus iniciativas de ayuda social, tampoco es extraño que colaboren en la música. Una de sus últimas colaboraciones fue con Juanes, en la canción La calle, donde precisamente se habla del contraste entre la crudeza de la realidad cotidiana y la fastuosidad y corrupción del poder.

Pero más allá de los eslóganes y estribillos de canciones, hay una realidad con la que él y otros tienen que lidiar. Son los cambios del consumo que ha traído Internet. En eso su opinión es contundente: la piratería está mal. "Vivimos de la música. En el momento en que es bajada ilegalmente nos afecta a nosotros y al mercado en general. Al igual que los demás, estoy de acuerdo en que existan leyes que nos protejan. La venta de discos ha mermado por lo que acabamos de hablar… Las giras siempre son beneficiosas, es algo que se mantiene todavía. Pero estamos esperanzados de que la industria del disco se va a recuperar. Tiene que mejorar".

"A son de guerra", un disco con una amplia mezcla de estilos

Una de las cosas que más se han destacado del disco A son de guerra es el cruce de estilos que plantea, tal vez de forma mucho más marcada que en los anteriores. "Pasamos mucho tiempo dentro del estudio en un proceso largo del que se terminan eligiendo las canciones que queríamos. Lo que nos encontramos en este caso es que logramos un CD entre romántico y social, una mezcla de varias cosas. Por eso nos dimos cuenta al final de todo que iba a ser un tanto ecléctico también por la cantidad de géneros sobre los que habíamos trabajado". El cruce entre lo romántico y lo social en las letras fue un hallazgo del proceso. Tal como dice el dominicano, fue parte de la inspiración que sintió. "Lo que te puedo decir es que al momento de sentir la inspiración nada más me dejo llevar en todo el proceso". La cumbia, el mambo, el jazz, el rock, el reggae y otros ritmos forman parte de las canciones que lo integran. También son estilos que han sido parte de su formación musical. Alguna vez dijo que necesitaba darse permiso para incluir estilos como el jazz, que estaban dentro suyo desde hacía mucho tiempo. Lo mismo sucedía con las influencias que recibió de artistas anglosajones como Sting, los Beatles, Steve Winwood y más. "Son artistas que admiro y analizo para aprender de ellos, al igual que muchos otros músicos que sigo. Si nos vamos al clásico están Bach, Mozart, Mahler, grandes músicos de los que hay que vivir aprendiendo".

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