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Katy Perry, una sorpresa tras otra en vivo

Recital. Su reciente concierto en Buenos Aires mostró a una artista que promete mucho

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BUENOS AIRES | IGNACIO QUARTINO

La presencia de Katy Perry esta semana en el festival Pepsi Music de Buenos Aires le puso una nota de color a un agitado festival. Llegó con su gira internacional "California Dreams" y su batería de música pop.

"Hay gaseosa (fundamental porque auspicia el festival), hay agua", dice el vendedor. También hay padres apenas cuarentones con hijas apenas adolescentes y de edad escolar, que lograron convencerlos para cortar con la rutina de la semana. Hay flor de programón para ser un martes de noche.

Hay una tal Katy Perry (dirían esos papis) a la que no la conocen por su nombre sino porque su voz y, fundamentalmente por sus temas, les suenan familiares de escucharlos del cuarto de sus hijas.

Por ella está un día de semana a las 10 de la noche chupando frío, para darles el gusto a las nenas. Lo que ignoraban era que estaban a punto de presenciar un show que, cuando terminó, seguro superó sus expectativas.

Antes que la morocha entre en escena, llega Dj Skeet Skeet que calienta la previa con una batería de hits remixados contemporáneos a los éxitos de Katy.

Hay Bits, Dirty bits de los Black eyed peas, también se escucha el hit del invierno 2011 -para más datos su jingle dice "Hello ooo ooo"- y que sirve de ejercicio para entrar en calor a esa mezcla de generaciones llamada público, que estaba en el predio Geba.

De pronto, lo de siempre: las luces se apagan. Después, lo inesperado: un ángel sin alas vestido de azul baja en una nube con un micrófono a tono con el color azul. Una vez aterrizada camina hacia las escaleras blancas con dibujos de golosinas a sus costados, entonando la inocente Teenage dream. Era como estar viendo la versión teen y ultra sweet de Madonna. Así se presentaba la californiana entre sus fanáticos que llevaban meses pidiéndole a través de twitter que viniera a Buenos Aires.

Primera impresión: Katy Perry está buenísima. La segunda: "California dreams Tour" es un show que no le sobra ni le falta nada. Redondito.

La morocha sabe que tiene una hora para contar que es la chica rebelde que besó a otra chica y que le gustó (I kissed a girl) y que puede cambiar tantas veces de pensamiento como de vestido (Hot n` cold). Pero además aprovecha la bolada y demuestra (sobre todo a los padres que no la conocen), que no es la chica que pegó un par de tema conocidos y punto.

En Katy hay una artista que no le tiembla la voz cuando canta y baila en vivo (sí, en vivo, no hace playback). Hay una histérica capaz de prender fuego a un chico arriba del escenario (el afortunado fue un cordobés llamado Santiago).

Hay una vedette que se pone las plumas delante del público con un glamour que sería la envidia de cualquiera de las que está hoy en calle Corrientes.

Hay una dama vestida de largo, como Jessica Rabbit que comienza su himno lésbico en una versión soul y después hace explotar al público con la original I kissed a girl.

Hay una chica sexy y supernatural en E.T. en el que se presenta con traje negro, pegado a un cuerpazo muy gatúbela.

Hay una chica romántica cuando -solita- entona Thinking of you y es ella con su guitarra electroacústica con una sensibilidad extraordinaria para entonar baladas.

Y también hay una chica divertida, que se la puede disfrutar al final de su performance. El despliegue de Hot n` cold, con cinco cambios de vestido durante la canción, es uno de los picos altos de la noche. Igual que el pirotécnico hit, Fire-works, en el que se traducen las explosiones de la letra con fuegos artificiales de verdad.

Para la despedida hay só- lo un solo bis pero qué bis. El hit que faltaba: California gurls, interpretado por Katy en traje de baño vintage, que regala refrescantes chorros de agua a los que están en la primera fila del pogo. Así daba gusto mojarse.

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