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Una evolución con R

| De regreso. El nuevo film de la saga plantea la historia de la conquista de la Tierra por los monos Se estrena el viernes

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GUILLERMO ZAPIOLA

El desafío era reinventar una franquicia que tuvo su fama, y al mismo tiempo inducir una cuota de originalidad en una fórmula que arriesgaba, inevitablemente, la repetición.

Desde su título castellano para distribución latinoamericana, Planeta de los simios (R)Evolución adelanta algunas de las ideas manejadas por el equipo responsable de esta retorno a la idea de un planeta donde la especie dominante deja de ser el hombre para dejar paso a sus primos los monos.

En la novela de Pierre Boulle de 1963 y en las cinco película y dos series de televisión (una con actores, otra animada) que derivaron de ella, los hombres se las habían arreglado para estropearlo todo, y los monos simplemente ocupaban un espacio que la humanidad dejara vacante. En su incursión en la franquicia, Tim Burton intentó una variante, aunque el final generara algunas dudas acerca de qué había pasado realmente. La nueva versión, concebida claramente como una "historia de los orígenes" que aspira a tener por lo menos alguna continuación, busca alternativas a todos esos antecedentes.

Aquí no nos encontramos, como Charlton Heston en la primer de las películas de la serie, dos mil años en el futuro sino en pleno siglo XXI, y en el universo científico de los virus y las mutaciones genéticas. Había que construir una narrativa convincente (en términos cinematográficos, no digamos ya científicos) para explicar cómo la evolución da un salto en un rato, y genera la revolución que la "r" entre paréntesis del título en español anuncia en un obvio juego de palabras.

El protagonista humano (James Franco) es un científico de San Francisco que busca una cura para el la enfermedad de Alzheimer, y prueba en chimpancés un retrovirus genéticamente alterado. El virus muta a esos animales, proporcionándoles inteligencia de nivel humano. Una de sus "chimpancés cobayas" da a luz un bebé particularmente listo, y pese a que la madre conoce un final dramático, el hijo sobrevive. Para enganchar con la serie original, Franco bautiza al bebé, del que se hace cargo, con el nombre de César, que era como se llamaba el chimpancé evolucionado que Roddy McDowall interpretaba en la serie original.

Por supuesto, las cosas se salen de control. El retrovirus muestra al principio virtudes curativas, pero hay efectos colaterales menos deseados. Algunos de ellos provocan en el simio mutante un estallido de violencia que lo conduce a un encierro en las manos equivocadas, mientras Franco prosigue con sus experimentos. A cierta altura habrá más monos inteligentes de los que algunos quisieran, y la idea de una revolución simia comienza a sobrevolar la historia.

El tiempo no ha pasado en vano desde que Franklin J. Schaffner y su equipo realizaran el film original, poblado de actores recubiertos de complicados maquillajes. Estamos en el siglo XXI, en los tiempos de King Kong y Avatar, con su apelación a la tecnología de captura del movimiento de los actores que sirve de base a la posterior creación de imágenes digitalizadas. Tiene cierto sentido que los movimientos para César hayan sido aportados por el mismo Andy Serkis que sirvió de modelo para el Gollum en la trilogía de El señor de los anillos y para el King Kong de Jackson.

En el New York Times, el critico Terence Rafferty ha observado con inteligencia que las mejoras tecnológicas tienen sus riesgos. Lo que hoy puede ser visto como primitivismo y crudeza en los trucos de la película de 1968, también proporcionaba, según él, una ventaja: la película no podía abusar de ellos ni convertirlos en el centro de la historia. Para interesar realmente al espectador había que contar algo, tener personajes (humanos y simios) cuya suerte comprometiera realmente al espectador. Llevando las cosas a un extremo en que, por cierto, ni siquiera la peor película de los simios ha incurrido. Rafferty señala que cuando uno tiene mala técnica y ninguna idea, el resultado es Plan nueve del espacio sideral de Ed Wood. Cuando se tiene buena técnica y ninguna idea, se logra el nivel de casi todo el cine de acción reciente. La apuesta de Planeta de los simios: (R)Evolución es tener buena técnica, y algunas ideas.

VIRTUDES. El mérito de la novela de Boulle, el film de Schaffner y un mínimo de sus continuaciones, señala con razón Rafferty (aunque se equivoca al despreciar Bajo el planeta de los simios de Ted Post y al creer que Escape del planeta de los simios de Don Taylor es una buena película) consistía en utilizar sus trucos al servicio de una idea perturbadora.

A su juicio, ese es el logro principal de este film dirigido por Rupert Wyatt, escrito por Rick Jaffa y Amanda Silver, e interpretado por un elenco que incluye a Franco, Freida Pinto (la chica de ¿Quién quiere ser millonario?) y John Lithgow (en el papel del padre de Franco), Brian Cox y otros. Es posible que el principal nombre a retener sea el del británico Wyatt, nacido en Inglaterra en 1972, y cofundador con Adrian Sturges, Ben Freedman, Damian Lewis, Gareth Lewis y Marc Singer del colectivo PictureFarm, que en sus ocho años de existencia ha producido cortos, documentales y largos de ficción. El propio Wyatt ha hecho cortos y saltó al largo con The Escapist (2008). Parece el tipo de talento fresco que Hollywood necesita. Rafferty ya está pidiendo una secuela.

Andy Serkis se pone otra vez bajo la piel de un mono (digital)

Una vez más el británico Andy Serkis "interpretará" un personaje digital. Si antes le insufló vida a Gollum en El señor de los anillos y a King Kong, en 2005, ahora le tocará dirigir una revolución como el mono César en El planeta de los simios (R)Evolución. "Mi primera reacción fue preguntarme porqué y si de verdad esta franquicia necesitaba volver a comenzar", dijo Serkis al periodista Ian Spelling.

El actor contó que uno de quienes lo interesaron fue Joe Lettieri, director de Weta, la empresa de efectos especiales con la que hizo las películas mencionadas. "Me dijo que pensaban involucrarse en este proyecto y que César podría ser un papel asombroso", agregó. Y, aseguró, lo que terminó de eliminar las dudas fue el guión.

El actor se ha especializado en este tipo de papeles. Sin ir más lejos, a fin de año se lo "verá" interpretando al Capitán Haddock en Las aventuras de Tintin, que justamente está producida por Peter Jackson, quien lo dirigió en las primeras dos películas mencionadas.

"La gran diferencia entre lo que hacíamos antes y ahora es que la tecnología de Weta ha ido tan lejos que puedo filmar las escenas de captura de movimiento en vivo en el mismo set de filmación" agrega. Serkis conoce del tema al punto de que Jackson le ha confiado que dirija la segunda unidad en El Hobbit, una ambiciosa película en dos partes que oficia de precuela a El señor de los anillos y en la que actúa.

Para Serkis, esta nueva película de la saga simiesca podría dar pie a una franquicia multimedia como ocurrió con la original. "Esta historia de los simios puede seguir adelante fácilmente. En la película original se veía una sociedad muy bien organizada, con jerarquías, estructuras, opresión y todas las cosas buenas y malas de cualquier sociedad. Lo que sería muy interesante ahora sería ver cómo la sociedad de los simios se organiza, qué decisiones se toman y cuáles son los logros y cuáles las fallas. Lo interesante para César, si es parte de esa historia, es qué elegirá y si llevará consigo las cosas positivas que aprendió de la humanidad".

Pero antes que esa eventual secuela tiene las dos partes de El hobbit, una película llamada Wild Bill, la de Tintín y también otra llamada The Spider.

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