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Juego de realidades y ficciones

Fantasía. El actor protagoniza el film "8 minutos antes de morir", que se estrena el viernes

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GUILLERMO ZAPIOLA

Un juego de identidades y el clásico tema de la "paradoja temporal" se entremezclan en "8 minutos antes de morir", film protagonizado por Jake Gyl-lenhaal que se estrena el próximo viernes.

Gyllenhaal encarna al sargento Colter Stevens, un militar que se lleva su primer sobresalto en el film al despertar súbitamente en un tren que viaja a Chicago: lo último que el hombre recordaba era estar en Afganistán. Y las complicaciones se extienden cuando la muchacha que se sienta a su lado lo trata familiarmente y lo llama por un nombre que no solamente no es el suyo, sino que es corroborado por la documentación que lleva encima.

Eso es solamente el principio. Lo que viene de inmediato es una catástrofe, tras la cual el personaje vuelve a despertar en una oscura cabina y recibe algunas explicaciones inesperadas. Una nota previa no debe extenderse en detalles acerca del argumento de una película que se juega justamente a las sorpresas y las vueltas de tuerca: baste saber por ahora que el personaje es sometido a un peculiar tratamiento (hay por supuesto un sofisticado y secreto experimento del gobierno involucrado en el asunto) que le permitirá revivir una y otra vez los ocho minutos del título y acaso cambiar el pasado.

Escrita por Ben Ripley (cuyo trabajo ha sido elogiado) y dirigida por Duncan Jones, la película ha sido definida como el tipo de ciencia ficción que se juega a la inteligencia antes que a los efectos especiales. Lo importante no son las cosas que explotan sino lo que ocurre en la cabeza del protagonista, que debe reunir al mismo tiempo que el espectador fragmentos de información para entender lo que le está sucediendo.

Jake Gyllenhaal ha explicado que a esta altura de su carrera está en condiciones de no aceptar cualquier papel, y que solamente lo hace cuando puede creer en él.

"Puedo olfatear cuando algo no es real", dijo el actor en una entrevista con el New York Times. "Puedo sentirlo. Lo mío, tanto en la vida real como en la pantalla, es establecer relaciones. Quiero salir por ahí cada día y aprender algo de la gente que entra en mis momentos. Pero tengo que sentirlo real. De otro modo, es una pérdida de tiempo". Y esa "realidad" es un requisito que también debe cumplir una historia de ciencia ficción.

8 minutos antes de morir fue filmada en Montreal, e implicó para Gyllenhaal algunas acrobacias agotadoras. "Esta película fue muy exigente en lo físico," afirma el actor. Uno de los desafíos, cuenta, era resultar convincente en las transiciones entre la cápsula en la que se encuentra atrapado y los momentos en los que vuelve, periódicamente, a la realidad del fatídico tren que lo lleva a la muerte. El actor sabía que tenía que parecer desorientado, y antes de filmar contenía la respiración y realizaba numerosas combinaciones de "kung fu" para empaparse de sudor. Luego rodaba la escena, se detenía y volvía a la rutina de contener el aliento.

"Hubo algunas veces en que estuve a punto de desmayarme," reflexiona. "El cuarto literalmente daba vueltas a mi alrededor, pero eso fue sensacional, pues de ese modo mi sensación de confusión se vio muy real en la pantalla".

Aunque ha hecho un poco de todo (desde el romance homosexual de Secreto en la montaña hasta el "film catástrofe" El día después de mañana), el cine de acción y suspenso no es la primera prioridad de Gyllenhaal. Sin embargo, el argumento de 8 minutos antes de morir lo atrajo de inmediato.

La idea central es que, por razones técnicas, el protagonista puede ser enviado al tren en cuestión solamente ocho minutos cada vez para averiguar lo sucedido, y cada uno de esos tránsitos revela algún aspecto nuevo de la trama. "Es el tipo de películas que podemos ver una y otra vez, buscando pistas y desmenuzándolas", asegura el actor.

Cuando le preguntan acerca de su vida sentimental, Gyl- lenhaal afirma que la mujer más importante en su vida es hoy Ramona Sarsgaard, su sobrina de cuatro años de edad, hija de su hermana Maggie y su esposo, el actor Peter Sarsgaard. "Es un alma hermosa y me siento dichoso de que me haya elegido como tío".

Esa niña lo ha hecho pensar incluso en formar una familia propia. "La familia es lo más importante para mí", asegura Gyllenhaal. "Me encanta estar con mi sobrina. Desde que llegó a mi vida, tengo una nueva perspectiva sobre estar en la mesa del comedor con la gente que es especial para mí".

Una familia que dedicó su vida a contar historias

Contar historias parece una actividad natural en Jake Gyllenhaal, un hombre que ha estado en el negocio, prácticamente, desde antes de nacer. Su padre es el director Stephen Gyllenhaal, su madre la productora y guionista Naomi Foner, y su hermana es la actriz Maggie Gyllenhaal. "Crecí en una familia que quería contar historias con desesperación", señala. "Aquello era como un circo ambulante. Eso es lo que nos sigue dando alegría. Eso es lo que nos importa".

Gyllenhaal creció en Los Ángeles como hijo de Hollywood y debutó como actor en 1991, interpretando al hijo del personaje de Billy Crystal en la comedia de Ron Underwood Amigos, siempre amigos.

Recordando esos tiempos, Gyllenhaal razona que es una locura ser un niño en un estudio de cine. Casi ingenuamente, confiesa que no podía creer que se encontraba tan cerca de Billy Crystal. Todavía puede detallar la ropa que usó, estar en el remolque para maquillarse, y hasta trabajar con la vaca que jugaba un papel importante en la película.

Luego hizo otras cosas, desde Cielo de octubre (1999) a Donnie Darko (2001) y El día después de mañana (2004), pero la película que realmente lo lanzó fue Secreto en la montaña (2005) de Ang Lee. La historia de amor homosexual en la que compartió créditos con el fallecido Heath Ledger lo lanzó al estrellato.

Con la fama han llegado los reflectores, los periodistas y el fastidio. Generalmente las cámaras han apuntado sobre todo a su vida sentimental, que ha incluido a Reese Witherspoon y Taylor Swift, y más cerca (y en forma intermitente, desde 2000) a Kirsten Dunst.

"Como actor, no es lo ideal que la prensa se concentre tanto en mi vida privada", rezonga. "No me gusta ver mi vida en los medios de comunicación. Preferiría que mi vida privada fuera eso, privada".

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