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Juventud avanza y el trabajo retrocede

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JORGE ABBONDANZA

Hace unos días, cientos de miles de jóvenes marcharon por las grandes ciudades de Italia reclamando empleo. Fue la primera movilización de ese tipo que se produjo en el país y exteriorizó el desánimo de los llamados "precarios", esa masa de muchachos con títulos universitarios, conocimiento de idiomas, maestrías o licenciaturas que sin embargo no consigue trabajo y en el mejor de los casos deben conformarse con un contrato temporario y un salario ínfimo. Los "precarios" son unos cuatro millones, casi siempre menores de 30 años, que se sienten expulsados del mercado laboral, sin futuro y sin posibilidad de independizarse de sus padres o formar una familia propia. La tensión derivada de su desesperanza es un problema social de creciente gravedad en Italia, donde representan el 29% de la juventud, una cifra que sigue aumentando.

En España la situación es peor, ya que en ese país con un 20% de desocupación global, el desempleo entre menores de 25 años llega al 43% y es el más alto de Europa luego del de Estonia. A esos españoles los llaman la generación "ni-ni" (ni trabajan ni estudian) y también ellos se manifestaron por calles de Madrid, bajo la consigna "Sin casa, sin trabajo, sin pensión, sin miedo". Los jóvenes desocupados son un 37% en Grecia y en Eslovaquia; un 29% en Irlanda; 22% en Portugal; un 20% en Francia; y 18% en Inglaterra. La crisis financiera mundial ha agudizado desde 2008 una tendencia que ya iba marcándose, pero ahora el carácter explosivo que asume parece empeorar ante el espejo de lo que está ocurriendo en los países árabes.

Porque las revueltas populares que acabaron con las viejas dictaduras de Túnez y Egipto -mientras otros conflictos similares prosiguen en Libia, comienzan en Siria y asoman en Yemen- tuvieron causas múltiples, pero entre ellas figuró el altísimo desempleo. Para tener idea de la gravedad de la desocupación juvenil en España, debe saberse que ha superado a la tunecina y la egipcia. Buena parte del problema sufre los efectos de la crisis mundial, pero otra parte refleja los severos recortes del gasto público que buscan atenuar los golpes de esa crisis. En Inglaterra, donde el plan de austeridad es riguroso, la juventud desempleada piensa en emigrar hacia países que le ofrezcan una vida mejor, a la cabeza de los cuales se ubican Australia, Canadá y China.

Según las previsiones demográficas, en la próxima década se sumarán 400 millones de jóvenes al mercado de trabajo mundial, y la quinta parte (80 millones) estará desempleada, cuadro que será pesadillesco si no cambian las condiciones laborales de hoy. Así Europa corre el peligro de un quebranto social y un descontento cada día más dramático, mientras continúa el desembarco de los refugiados magrebíes sobre sus costas meridionales. Unos llegan y otros se van, con lo cual el Primer Mundo se parece cada vez más al Tercero.

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