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Una visión del Uruguay económico y político seis años después

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Por DANIEL HERRERA LUSSICH

¿Cómo ves el Uruguay? La pregunta llega repetidas y repetidas veces, de cada uno de los conocidos que reencuentro al volver al país, después de seis años de residir en Estados Unidos. El tono de voz descubre en unos verdadero interés, en otros sale a luz un congénito tinte político e ideológico.

Cuando hace unos días subimos las escalerillas del avión en el Aeropuerto Dulles, en Washington DC, para el regreso, dejábamos al gigante y a sus 310 millones de habitantes sumergidos en los problemas económicos y políticos más grandes de su historia (la opinión generalizada afirma que supera la famosa crisis de 1929), con quiebras bancarias, explosión de una burbuja inmobiliaria de la que pocos se salvaron, alto desempleo, caída abrupta del consumo y el comercio externo. Un cuadro de caos que algunos, más animados y arriesgados, sostienen que en dos o tres años se ingresará en una pausada recuperación.

A la vez recordamos que al partir, seis años atrás, dejábamos un Uruguay, que aún abrumado por los múltiples golpes económicos, empezaba a exhibir cierto repunte.

Se nos recuerda que la ciudadanía impulsó en aquellos momentos la victoria electoral del Frente Amplio. Ha corrido desde esa jornada que llevó al Dr. Tabaré Vázquez a la presidencia, un período y un año de José Mujica, al frente del gobierno, en un segundo mandato de la izquierda. Hoy el Uruguay "nada en la abundancia" y cuando hablamos con la mayoría de la población nos remarca que "vive mejor, que no le falta empleo a nadie de su familia". Y basta una recorrida para observar el cambio que se ha registrado. Montevideo es una ciudad de un tránsito abrumador, se han multiplicado los vehículos, en los últimos tres años. Nos afirman que se vendieron más de 70 mil automotores. La rambla y las calles de gran parte de la ciudad se han convertido en pistas de autos, buses y camiones, en un panorama similar al de las grandes urbes del mundo, aunque sin orden y visibles peligros. He visto que las normas, por ejemplo el marcar con el señalero el cambio de vía, no cruzar el semáforo con luz roja, se respetan poco o nada y los controles son escasos o nulos. Y a eso se suma las miles y miles de motos de baja cilindrada, que no siempre se conducen con habilidad, y que hacen recordar a los tiempos de las famosas "vespinas" en Italia.

La primera sorpresa nació al llegar a Carrasco, un aeropuerto moderno, digno de avanzadas ciudades. La gente reitera que ha mejorado su "standard" de vida, basta observar las colas en los supermercados, no hay duda que el consumo se ha incrementado, los restoranes desbordan y los fines de semana es difícil lograr una mesa sin reserva. Los valores de los inmuebles, apartamentos, venta de casas o alquileres, se han multiplicado. Si bien el dólar ha descendido un 30% en este período, la constante afluencia de inversiones extranjeras y la mejor situación de la gente, que solidificó una mayor clase media y ni hablar de los sectores que se han visto "tocados" por la riqueza que llega del exterior. Durante la instalación en mi nueva vivienda, los electricistas, carpinteros, cortijeros, sanitarios, todos reiteran que no les alcanza el tiempo para cumplir la demanda. Y esto está ocurriendo casi a todo nivel.

La generosa opulencia que impacta desde fuera de fronteras impulsada por los altos precios de los "commodities" son el cimiento del salto firme de la positiva situación, siguiendo una línea económica trazada durante gobiernos anteriores. Y las crisis graves en Estados Unidos y Europa no han sacudido a estas regiones, Uruguay por el momento, con alguna sombra amenazante (inflación, aumento del barril de petróleo y riesgo de una devaluación de algún país vecino) permite mirar y esperar el futuro cercano con tranquilidad.

Economistas de jerarquía nos repitieron que estamos alejados de sufrir efectos de la crisis en países desarrollados. Por ahora nada hace pensar en un "efecto tequila". Los dos gobiernos frentistas, aunque el "mana" llegó de afuera de fronteras, han manejado la economía con moderación, equilibrio y se ha orientado la deuda externa. Hay una realidad notoria, esa lluvia de riqueza del exterior no ha podido ser manejada para erradicar asentamientos, los " dolorosos carritos que recogen basura" y tampoco se ha disminuido efectivamente los niveles de pobreza que se arrastran de generaciones. Existe sin duda una notoria baja del desempleo, solo algo más del 6% y una inflación que reiteramos preocupa, superior al 8% (que intentan bajar al 6%) y expertos la estiman bastante más arriba antes de fin de año, sin olvidar que hubo épocas de 100% y en años regulares se situaba en el 30%.

En diálogos amistosos o escuchando alguna rueda callejera las opiniones dividen el panorama uruguayo. La oposición, en su mayoría, discrepa con el gobierno de Mujica. Sostiene que en tiempos no lejanos seremos víctimas del "desmesurado gasto público" y enfatiza que no se han tomado las previsiones para enfrentar con calma el fin de las "vacas gordas", que aseguran que no demorará en llegar a estas regiones.

Pero en lo que he observado y sufrido "en carne propia" marca que el gobierno de Mujica no ha podido eliminar o reducir un punto negro que golpea a una sociedad realmente atemorizada: la inseguridad. Casi la unanimidad de las personas con las que hablo coincide en la inquietud que soporta, sin excepción de barrio o nivel social. "La delincuencia ha superado todos los límites, hay gente y comercios que han sido `saqueados` varias veces y sus empleados golpeados o asesinados". Las casas asemejan a prisiones, las rejas, alarmas y serenos son hechos normales. Y aun así la amenaza de la rapiña, el secuestro "exprés", el copamiento y el simple hurto del descuidista, ocurren a diario. Me aseguran que faltan fuerzas policiales en las calles (hay más de 3 mil vacantes que nadie quiere ocupar por los altos riegos), se suman los bajos salarios del policía y además muchos de ellos, por falta de recursos, tiene que vivir con un familiar en asentamientos cercanos a los propios delincuentes que debe combatir. Faltan medios, vehículos que patrullen las 24 horas, guardias a caballo, medios técnicos de observación y leyes más severas.

Un cuadro similar ocurre con la educación. Se nos ofrecieron estadísticas de las deserciones escolares y liceales; son alarmantes. Se nos decía que hay familias cuyos niños no concurren a la escuela, que se van por la mañana de sus precarias viviendas para "trabajar". Salen a delinquir o comercializar droga. Se ha intentado reformar la enseñanza, pero me aseguraron que las inconciliables discrepancias que se plantearon entre las propias autoridades docentes no han permitido avanzar en soluciones, ni por lo menos precarias.

¿Cómo observa el panorama político partidario? Es otra de las continuas interrogantes de los conocidos, amigos y de las personas que converso en lugares públicos. Para muchos el gobierno de Mujica se ha movilizado en un terreno más calmo de las especulaciones anteriores al 1° de marzo de 2010. El lenguaje muy peculiar del mandatario cae en forma muy especial a la gente. Unos lo aplauden con entusiasmo, otros lo festejan y están los que objetan y rechazan por sus términos y tono extremadamente chabacano. Pero no hay duda de que mantiene en gran parte de la población la versión carismática. También se le desconfía por su desordenada verborragia y promesas que, dicen, luego solo quedan en palabras.

Se nos expresó que el mayor peligro se origina en las propias filas frentistas que pregonan a los cuatro vientos cambios radicales . Comunistas o viejos compañeros de militancia tupamara, caso de Marenales o Zabalza exigen profundizar la tributación asegurando equidad. Por el momento, no van más allá de discursos y callan ante la resistencia de la conducción económica y en especial ante la negativa de Mujica.

En el Frente Amplio todo parece encaminarse a una fórmula presidencial con el Dr. Tabaré Vázquez y el actual presidente de Ancap, Raúl Sendic, aún sin experiencia, que se piensa que, heredero del fundador del MLN, su padre, será un factor de unidad de la izquierda

Los blancos me rumorean que el ex presidente Dr. Luis A. Lacalle no intentaría una nueva postulación. Sí se afirma, que como lo hacía su abuelo, Luis Alberto de Herrera, seguirá en el Senado, pero oficiando de figura de consulta del Partido Nacional. Jorge Larrañaga, sostienen, que volverá a correr la próxima carrera electoral con el mismo entusiasmo. Hablan, asimismo, del actual senador Sergio Abreu y del hijo de Luis A. Lacalle, actual Presidente de la Cámara de Diputados. Pero lo que más se comenta entre bambalinas apunta a un grupo de nacionalistas que se ha empezado a movilizar por la candidatura del senador Jorge Saravia, expulsado del MPP por profundas diferencias, entre ellas, el tema seguridad y su negativa a votar contra la ley de Caducidad. Los informantes nos manifestaron que Saravia, blanco que se había incorporado a la 609 con Mujica, hoy volvería a las filas saravistas, con el beneplácito de una fuerte corriente que encargó un sondeo que le adjudica al polémico senador un 75% de apoyo ante sus firmes posiciones parlamentarias.

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