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La abogada boliviana que enseña a construir casas con botellas

Vivienda. Un grupo uruguayo la contactó con el fin de levantar una casa para una familia del asentamiento 25 de Agosto Ingrid Vaca Diez llevará su experiencia a Puerto Príncipe, Haití | Una experiencia ecologista y algún estudio académico

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VIVIANA RUGGIERO

Un grupo de uruguayos junta botellas para construir casas a personas de bajos recursos. La innovadora técnica de edificación fue enseñada por una boliviana. La primera casa será para una familia del asentamiento 25 de Agosto.

Ingrid Vaca Diez (45) vive en Santa Cruz de la Sierra (Bolivia), es abogada, auditora y administradora de empresas. Además tiene una escuela donde brinda comida a 410 niños carenciados. Hace cinco años empezó a construir casas habitables, con luz eléctrica y agua potable, hechas con botellas de plástico o vidrio.

Actualmente lleva edificadas seis viviendas en Santa Cruz de la Sierra. Cruzó fronteras y está levantando la primera en Roldán (Argentina). En mayo viajará a Puerto Príncipe (Haití), invitada por la Organización de Estados Americanos (OEA), para asistir a las víctimas del sismo que dejó la ciudad devastada el pasado 12 de enero.

También fue contactada, a través de Facebook, por un grupo de uruguayos, liderado por una asistente social. Desean aplicar su técnica para construirle una casa a una familia que vive en el asentamiento 25 de Agosto (Propios y el Arroyo Miguelete).

El pasado martes, Ingrid llegó a Uruguay para ver el terreno y delinear los pasos a seguir para la construcción. Pero el panorama no fue el esperado porque el terreno donde está esa familia es de la Intendencia y muy húmedo. "No podemos construir ahí porque los pueden desalojar en cualquier momento. Yo vuelvo el 9 de marzo para enseñarles a rellenar las botellas y conseguir los materiales mientras aparece un terreno para edificar", dijo Vaca Diez a El País.

En tanto, el embajador de Bolivia en Uruguay, Salvador Ric Riera, aseguró que "hará todo lo posible" para que el proyecto de su compatriota pueda concretarse en el país. "Es importante que se sepa que esto es puramente solidario, y que no tiene ningún fin de lucro. También es un aporte a la preservación del medio ambiente", afirmó el diplomático.

El proyecto de la boliviana tiene tres pilares: cuidar el medio ambiente sacando de circulación materiales en desuso, darle una vivienda a gente humilde y ofrecerle trabajo. "La gente aprende una técnica de construcción y además les enseño a crear artesanías con desechos para que puedan hacer y vender", comentó.

Las casas tienen aproximadamente 170 metros cuadrados. Se necesitan 81 botellas de plástico de dos litros por cada metro cuadrado y si son de vidrio unas 120. En total se utilizan alrededor de 36.000 envases. "El problema para mí es conseguir los materiales para la mezcla o las chapas para el techo. De hecho ahora tengo botellas como para construir 10 casas más".

COMIENZOS. Para la Navidad de 2004 Vaca Diez les propuso a sus alumnos de la escuela escribir en un papel cuales eran sus deseos para la Nochebuena. Claudia, una de las alumnas, escribió que anhelaba tener un cuarto, porque dormía en una cama con sus cinco hermanos.

Vaca Diez juntaba botellas para una señora de bajos recursos que pasaba a retirarlas una vez por semana. "Dejó de venir por 15 días y se me juntaron muchísimas. Mi marido un día se enojó porque andaban volando por el patio y me dijo `tira esas botellas, tenés para hacer una casa`".

Como dice el dicho popular, a la mujer "se le prendió la lamparita". Recordó el deseo de Claudia y empezó a buscar en Internet información sobre construcción con materiales alternativos.

Comenzó a rellenar las botellas con arena, tierra, pilas, agua y aceite de autos. Como prueba piloto construyó macetas, mesas, sillas y un muro. "Cuando me sentí segura de que podía construir una casa fui y le dije a la mamá de Claudia mi idea. No entendía nada, pero me dio para adelante. Hoy con su casa ya edificada es una de las principales voluntarias", aseguró Vaca Diez, que trabaja únicamente con voluntarios, que son, en su mayoría, los propios beneficiarios.

"Es una bola de nieve porque todos van aprendiendo la técnica y la pueden utilizar en un futuro y enseñársela a otras personas. Además, es autoconstrucción y es muy bueno ver cómo una persona que no tenía nada va levantando su casa. Es emocionante", dijo.

Una vez que las botellas están rellenadas se hacen los cimientos y pilares de la casa.

La mezcla para pegar los recipientes se hace con tierra, cemento y cal. Posteriormente se coloca el techo, para lo cual se necesita la presencia de por lo menos dos albañiles.

"Cuando todo eso está pronto se le da cuatro manos de revoque. A la mezcla para la última capa se le agrega azúcar, jugo de la caña de azúcar o glucosa, leche en polvo, aceite, cal, tierra roja y cemento para evitar que se raje", explicó la boliviana que nunca estudió construcción y que aprendió todas las técnicas con información que obtuvo en Internet.

i Datos: [email protected] y 098 479068

Un barrio que lleva su apellido

El barrio en el que Ingrid está construyendo las casas en Bolivia lleva su apellido. Es que esas tierras fueron donadas por su padre -que fue siete veces intendente de la provincia Warnes- a familias humildes.

"Le tengo un cariño muy especial a ese barrio por eso quiero construirle una casa a cada una de las familias que vive allí. Todavía me queda hacer 50 más".

Dice que todas las familias están compuestas por mujeres con sus hijos. "Es gente muy trabajadora pero hasta ahora nunca les había llegado la oportunidad de tener una vivienda, nunca habían tenido una mano que las ayudara a salir del hacinamiento", aseguró. Y agregó: "yo no les estoy regalando una casa, les estoy enseñando a construir, a cuidar el medio ambiente y además les doy herramientas de trabajo para que puedan salir adelante".

Todo por hacer en obras de Uruguay

"La Tribu" se llama el taller de Hugo Peña (54), originalmente con sede en Young (Río Negro) y que está construyendo su nueva casa en Rivera. Movido por su conciencia ecologista, Peña emplea materiales de desecho y naturales para construir: botellas de plástico (vacías, es una técnica distinta a la de Vaca Peña) cañas, barro, arcilla. Con ellas construyó estructuras para distintos usos y acostumbra criticar a los arquitectos por su falta de voluntad para experimentar con materiales nuevos.

En Uruguay se han hecho, a nivel académico, trabajos de mini-investigación sobre uso de residuos urbanos y reciclado de residuos en la construcción, dijo a El País el director del Instituto de la Construcción, arquitecto Duilio Amándola. "No se han hecho construcciones, a nivel universitario no ha habido apoyo financiero porque hay otras prioridades", indicó Amándola, integrante de la cátedra de Construcción III en la Facultad de Arquitectura.

Según el arquitecto, existe una "hipersensibilidad" en la gente joven hacia los asuntos ambientales, que "moviliza mucho a los estudiantes". "Promovemos indagar en buscar materiales alternativos, con materiales reciclables o reciclados", sostuvo. De todos modos, los estudios de viabilidad y los ensayos son temas pendientes, al no haber prototipos.

Amándola señaló el conjunto V Centenario (1994), del Ministerio de Vivienda, como único ejemplo de viviendas en las que se ensayaron "distintos sistemas constructivos". Eso permitió evaluar la resistencia, hacer estudios de aislación de sonido. Entre los materiales usados mencionó una combinación de plástico y cemento. Sin embargo, expresó que en los últimos años el Mvotma ha sido "reacio a la exploración y la investigación tecnológica".

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