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¿Qué significa?

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Hebert Gatto

Los sucesos protagonizados por WilkiLeaks importan más por su volumen -miles de despachos diplomáticos de EEUU- que, en lo hasta ahora conocido, por la calidad de la información difundida, previsible, chata y sin vuelo en sus análisis. Por lo demás, lo ocurrido no sorprende. Su difusor es una entidad creada específicamente para esto, divulgar secretos de naciones y grandes organizaciones en aras de la transparencia en la comunicación. Tal como lo hizo, con excelentes resultados, con las lamentables guerras de Irak y Afganistán, donde se reveló la criminalidad desnuda, las torturas o, en otro escenario, las matanzas tribales en Kenia.

A nadie debería alegrar, salvo a quienes hacen de su odio a los EEUU su razón de existir, que una gran nación, emblema de la democracia en el mundo, practique una diplomacia tan vasta y etnocéntrica. Por más que ningún país sea inmune a la defensa cerril de sus intereses nacionales. Basta con examinar el siglo XX para advertir cómo la hipocresía y el egoísmo se aliaron a los delirios ideológicos para desatar las grandes carnicerías que jalonaron el período.

Tanta penuria aconseja rememorar a Emannuel Kant, para advertir cuanto, en su relacionamiento internacional, se han alejado los estados nacionales de las pautas de moralidad proclamadas por el gran filósofo. Primero alentando la paz universal y perpetua con su sueño de una federación cosmopolita de naciones, donde los intereses de los seres humanos como tales, primaran sobre los de los agrupamientos nacionales y luego combatiendo el secreto de Estado, como enemigo de una política basada en la transparencia y la honestidad. Sostuvo para ello que ninguna acción política merecía consideración, si no era pasible de hacerse pública de tal modo que cualquiera pudiera examinar sus fundamentos y alcances.

Es indudable que desde el momento en que Kant defendió su principio de publicidad enfrentando al secreto de Estado, mucho agua corrió bajo los puentes. El mundo pasó de los grandes imperios a los nacionalismos y de las religiones universales a las sectas individualizadas, siguiendo una tendencia que en muchos aspectos tendió a romper la hegemonía de los grandes agrupamientos políticos y religiosos. Con un balance positivo y liberador en ciertos aspectos y negativo en otros tantos.

Actualmente la tendencia, que muchos aclaman como posmodernidad desmitificadora y otros deploran como la emergencia del individualismo posesivo, parece conducir nuevamente a un retorno a las grandes articulaciones supranacionales y a la pérdida de relevancia de las soberanías estatales, como expresa la imparable globalización en curso.

Asumiendo lo mucho que resta para completar un proceso en muchas dimensiones contradictorio, no cabe dudas que está en marcha y en ciertas áreas, como las comunicaciones y la información, con un ímpetu arrollador. Este movimiento enfrentado a la razón de Estado y embanderado con la defensa de los derechos humanos, por encima de fronteras y barreras de cualquier tipo, pertenece WilkiLeaks. Aún con sus sombras y ambigüedades, que las tiene, merece nuestro respeto.

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