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El viaje definitivo a la tragedia

| Gonzalo Arijón, el director del film "La sociedad de la nieve" habló sobre su peculiar producción | Gonzalo Arijón, el director del film "La sociedad de la nieve", habló sobre su peculiar producción

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MATÍAS CASTRO

Este viernes llega al cine "La sociedad de la nieve", el documental que dio pie al libro y que junta por primera vez a los dieciséis sobrevivientes de la tragedia de Los Andes. El director, Gonzalo Arijón, llegó desde Francia para presentarla.

La sociedad de la nieve reúne entrevistas con los sobrevivientes del accidente aéreo que dejó a un grupo de jóvenes uruguayos aislados en la cordillera de Los Andes en 1972, con reconstrucciones de escenas filmadas por César Charlone y con documentos de la época. Se trata de una producción ambiciosa que tiene su origen en Europa porque Arijón trabaja como documentalista en París, pero que se filmó entre Uruguay y el lado Argentino de la cordillera en el año 2006.

inicios. Arijón se acercó como realizador a esta historia hace dieciocho años. El motivo fue su participación en una serie de televisión que retomaba historias que alguna vez ocuparon la primera plana de los diarios pero que luego quedaron olvidadas. Para ese programa especial de quince minutos entró en contacto con Roberto Canessa. Dos años más tarde hizo un especial televisivo sobre él pero de quince minutos de duración. "Ahora necesito la tercera, la sinfónica. Pero sin apuro, algún día" cuenta sobre lo que pensó al hacer aquella producción.

"En 2002 me llamaron y me dijeron que iban a jugar el partido conmemorativo por los treinta años en Chile, el partido que iban a jugar en ese momento pero que no pudieron concretar. Me di cuenta que esa era la señal. Viajé desde París para verlos. El partido duró cinco minutos y estaba arreglado para hacer un tray de cada lado. Casi todos estaban barrigones, pelados, más veteranos, salvo algunos. Hubo misa con el mismo cura que los trató en 1972, estuvieron ahí los mismos dos helicópteros que los rescataron, también el arriero que encontró a Canessa y a Parrado en la montaña. Ahí me di cuenta que el grupo estaba pronto para dar un paso más en mi idea".

Arijón se puso el proyecto al hombro y comenzó a darle forma. Lo presentó a posibles productores y consiguió una buena recepción. Así obtuvo el apoyo de la BBC de Londres, de un canal alemán para el que ya venía trabajando y también de un fondo de Estados Unidos. Con la tranquilidad de quien ha cerrado un ciclo, cuenta ahora que conseguir interesados no le resultó tan difícil como puede parecer porque su posibilidad de acceder directamente a los sobrevivientes funcionó como un gancho importante.

El presupuesto inicial era menor a los 860 mil euros que terminó costando, según cuenta. Y a pesar de que la cifra parezca alta, incluso para Arijón que suele manejar presupuestos menores, los recursos fueron escasos y estimularon la imaginación del equipo a la hora de llevar adelante la producción.

Si la primera oportunidad que aprovechó fue la del partido en Chile en 2002, la siguiente fue un viaje de algunos de los sobrevivientes a la cordillera en marzo de 2006. Cuatro de los sobrevivientes, Roberto Canessa, Adolfo Strauch, Gustavo Zerbino (los tres con sus hijos) y Ramón Sabella, se disponían a viajar por motivos personales y volver al lugar del accidente. Con el impulso de Arijón terminaron acompañados por un equipo bastante mayor al habitual: unas cincuenta personas. No solo logró eso sino que además consiguió convencerlos para permanecer con ellos dos noches en la cordillera y así filmar lo suficiente.

Entre equipos de filmación, tubos de oxígeno, carpas, materiales de cocina y de higiene subieron hasta el lugar por un camino que sólo se recorre a caballo. El viaje tarda dos días de ida más dos días de vuelta, cosa que convirtió a la producción en una auténtica caravana. Fueron guiados por una persona que tres o cuatro veces al año organiza excursiones hasta el lugar del accidente. Con el equipo iban dos guías de montaña que poco antes habían reproducido el trayecto que hicieron Roberto Canessa y Fernando Parrado en busca de ayuda, pero asistidos por GPS y otros recursos. Habían tardado lo mismo que los dos uruguayos, cuenta Arijón señalando lo terrible del trayecto.

También filmaron allí una entrevista al arriero que guió a los sobrevivientes por la montaña, un hombre que hasta hoy mantiene un vínculo afectivo con ellos y que desde ayer está en Montevideo para acompañar el estreno del film. Su entrevista la hicieron en la misma cueva donde el hombre va todos los años para dejar sus animales. "Fue una expedición alucinante para filmar solo diez planos maravillosos" cuenta el director sobre este lujo que se permitió.

Reconstruir el episodio fue una de las claves que se propusieron en el equipo. Con plata de su bolsillo Arijón alquiló un helicóptero en Argentina para un segundo viaje a Los Andes. Esta vez fue acompañado por Charlone (no pudo estar en el viaje con los sobrevivientes por razones de trabajo en Brasil). En el helicóptero rehicieron la ruta que recorrió el avión antes de estrellarse, pasando por los mismos espacios entre la montaña. Por iniciativa de Charlone ahí filmaron una toma subjetiva que reproduce lo mismo que debe haber visto el piloto del avión antes de estrellarse. De hecho la roca que se ve en la película, en la toma que simula el momento del impacto, es la misma con la que se dio el avión. Charlone también estuvo detrás de las numerosas escenas ficcionalizadas filmadas en Uruguay.

Luego de ese viaje a Los Andes Arijón filmó en Uruguay las entrevistas con los otros doce sobrevivientes. Pactó tener 24 horas con cada uno, y de esa serie de encuentros obtuvo cincuenta horas de material en bruto para armar una película de dos horas que además incluye las reconstrucciones de los hechos. Las entrevistas fueron filmadas en Portezuelo. "Detrás de ellos quería solamente cielos para que no se supiera bien dónde estaban siendo entrevistados", dice Arijón. Pero lo más complicado fue convencer a todos para aparecer, tarea en la que lo ayudaron los mismos sobrevivientes, que se fueron convenciendo entre sí. Gracias a estas entrevistas surgió lo que él describe como "un cuento colectivo grande" y no como un documental.

Con sus entrevistados hizo un pacto por el cual el estreno uruguayo y comercial del film debía tener el acuerdo de todos. Por eso se exhibió en el festival Atlantidoc, hace un año, con su título original, Stranded, vengo de un avión que cayó en la montaña, y luego recorrió festivales y circuitos comerciales de otros países, en los que tuvo buena repercusión. Una nueva negociación en diciembre le permitió llegar al estreno que se producirá este viernes en todo el país.

La mano de un importante profesional detrás de cámaras

A la hora de pensar en cómo filmarían La sociedad de la nieve, el director Fernando Arijón y el fotógrafo César Charlone (también codirector de El baño del Papa y fotógrafo de Ceguera y Ciudad de Dios) hicieron dos pactos. Arijón quería filmar las escenas ficcionadas en la cordillera y Charlone lo convenció de que lo mismo se podía falsear más barato y bien en Uruguay. Y Charlone quería filmar en película de 35 milímetros (la usada tradicionalmente en el cine) pero Arijón lo convenció de filmar lo suyo en 16 milímetros, más accesible para sus recursos. "Él nunca obedece a lo que alguien le diga, sistemáticamente", dice Arijón sobre Charlone. Se conocieron de jóvenes, pero tuvieron poco trato, a fines de los ochenta en la desaparecida productora Cema. En Europa se vieron alguna vez pero nunca concretaron un trabajo en colaboración. Hasta que surgió el proyecto de este documental y de inmediato se pusieron de acuerdo, aunque la ocupada agenda de Charlone le impedía dejar su trabajo en publicidad en Brasil e instalarse en Uruguay todo lo que le exigía el rodaje. "Yo acabada de ver Touching the void, la historia de tres andinistas que suben una montaña en Perú y quedan allí", cuenta Charlone. "Era un docu ficción. Por eso le di esa referencia a Gonzalo. En este caso era difícil reproducir lo que los muchachos habían vivido, y me parecía mejor ver primero las entrevistas, editarlas, cosa que tomó seis o siete meses en Francia... Había cosas fuertes que no podíamos mostrar... Me acordé de un plano de Azul de Kiesloswky en el que la cámara filma una ceja casi en forma abstracta. Nos quedamos con esa idea y por eso tratamos de buscar la abstracción".

Tres juicios de críticos relevantes

The new york times "El documental de Gonzalo Arijón ofrece un argumento incontrovertible sobre la necesidad del espíritu de equipo ante una catástrofe. Sin ese espíritu los 16 sobrevivientes de los 45 que cayeron en el famoso accidente de aviación no habrían sobrevivido los 72 días en una naturaleza hostil casi sin provisiones... La historia ya ha sido contada en "Viven", el bestseller de Piers Paul Read, y en su adaptación cinematográfica y cabe preguntase porqué se la toma otra vez. La respuesta corta es que en el film los 16 sobrevivientes, ya grandes, cuentan la historia en sus propias palabras".

Variety "Hay mucho contenido perturbador en esta película y siempre se maneja con mucho cuidado. Los hombres continúan honrando a sus camaradas a través de un obvio y persistente arrepentimiento por haber profanado los cadáveres. El público no puede evitar mantener el respeto. Han pasado 35 años desde el accidente y la película sugiere los sobrevivientes recién ahora, en el momento en que aparecen en pantalla, han reunido el coraje para hablar de esto".

El país de madrid "El director acompaña el relato con sencillas pero muy eficaces recreaciones y diversos recursos formales: flashes continuos, como de pesadilla, juegos con el negativo, el ritmo de los fotogramas y una música basada en... un fascinante diseño sonoro".

Un recurso para recrear duros momentos del pasado

Las escenas que recrean momentos que vivieron los sobrevivientes fueron filmadas en una playa de El Pinar y dentro de un avión que está parado al costado de la ruta Interbalnearia. El director quería filmar esto en la cordillera, pero el presupuesto le impedía tamaño despliegue. Buscando alternativas se le ocurrió llevar a sus actores a una playa e instalar allí un fuselaje de avión. Dentro de este esquema se buscó la opción más económica y filmaron en El Pinar para que el equipo pudiese dormir en Montevideo y así evitar los costos de trasladar y alojar a 60 personas. Apelando a maquillaje y vestuario adecuado lograron reconstruir escenas casi oníricas del accidente de 1972.

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