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El Plan de Emergencia

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Por encima del fangal en el que ha derivado la discusión, es bueno que en esta campaña se haya empezado a debatir sobre el Plan de Emergencia, una de las "estrellas" de la administración Vázquez, para el cual se extrajo de los contribuyentes más de 230 millones de dólares, y cuyos resultados han sido muy discutibles. Ahora bien, si dejamos de lado la presunción bobalicona de que en Uruguay hay malos que quieren que abunde la miseria ¿cómo es que un plan que busca ayudar a los sectores más pobres tiene gente que lo critica? ¿Y por qué? Hay por lo menos dos tipos de razones, unas que se refieren a la implementación práctica del mismo, y otras que tienen que ver con fundamentos ideológicos nada menores.

En cuanto a su implementación, son varias las críticas que ha recibido el Panes. Para empezar el tema de las contraprestaciones, algo esencial para separar a los programas que buscan dar un "empujón" que saque gente de la pobreza, de los que sólo tienen un fin asistencialista. Las autoridades dijeron cuando se lanzó el plan, que todos los beneficiarios del Ingreso Ciudadano, deberían presentar certificados de asistencia a la escuela y control médico. Esto nunca se cumplió. El gobierno así lo reconoció, y se sabe que sólo en 2006 se "repartieron" US$ 64 millones de los que no hay ninguna constancia de contraprestación. El propio Astori dijo estos días que 15 mil personas realizaron tareas en "pago" por la ayuda oficial, porcentaje mínimo si tomamos en cuenta que esta ayuda alcanzó, según el gobierno, a 75 mil hogares.

Otro aspecto que se critica de la implementación del Panes es que desde su inicio tuvo un tufo politiquero indiscutible. La cúpula del Ministerio de Desarrollo Social fue "entregada" al Partido Comunista, donde todos los cargos importantes fueron ocupados por miembros o ex miembros del sector. La ministra Arismendi instaló en el Mides a una legión de familiares y aspirantes a serlo, logró que le autorizaran elevar el máximo de pases en Comisión de 15 a 115, y hasta colocó a una abogada sin título que firma documentos oficiales. Si se buscaba que esto fuera una política de Estado seria, ¿no hubiera sido más razonable convocar a profesionales del tema que estuvieran fuera de la política? ¿O al menos, políticos de un sector menos sectario y más dialogante que el Partido Comunista?

También se critica la falta de un sistema de evaluación independiente. Pero hay trabajos que permiten comprobar que sus resultados han sido poco efectivos, como ser el del Dr. Fernando Borraz de la Universidad de Montevideo (Suplemento Economía y Mercados, 2/6/08), que concluye entre otros datos interesantes que "el Panes no ha tenido un efecto significativo en el aumento de la asistencia escolar y en la disminución del trabajo infantil". Esto además de las cifras de pobreza, que tras años de crecimiento récord, exhiben resultados nada espectaculares, como reconoció la propia Arismendi en el Parlamento.

Ahí entramos en los aspectos ideológicos, que sostienen que este tipo de ayudas en dinero suelen tener un impacto negativo en la sociedad y su espíritu de trabajo. Hasta el nada liberal senador Bonomi durante un almuerzo en ADM dijo que el Ingreso Ciudadano puede terminar siendo un "riesgo" y provocar "problemas mayores". Bonomi relató que empresarios le contaban que recibían pedidos de trabajo de gente que está en el Plan de Emergencia y que pedía ser tomada "en negro". "Eso pasa y está mal que pase", sostuvo. El tema del impacto en la relaciones laborales es confirmado en el estudio del Dr. Borraz que señala que en algunas áreas "se observa una reducción del orden del 1,4% en las horas semanales trabajadas de los hombres y del 8% en las mujeres, que participaron en el Panes". Otro ejemplo es que en 2005 y ante un llamado del programa "Trabajo por Uruguay" sólo se anotó un 10% de los hogares que recibían el Ingreso Ciudadano, y el resto prefirió cobrar sin hacer nada.

Pero lo más grave es el uso político menor que se hace por parte del gobierno de algo como esto. Que es utilizado por dirigentes que la van de defensores de los humildes, para acusar a quienes osan criticarlos de elitistas insolidarios, cuando la creación del Mides contó con el apoyo explícito de todos los partidos. Cuando esos dirigentes saben bien que en Uruguay no hay nadie que no quiera erradicar la pobreza, y que lo que sí hay es una discusión profunda acerca de cuáles son las formas más efectivas de hacerlo, y cuáles no pasan de ser poses demagogas para la tribuna.

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